La Virgen se ha aparecido a un pastorcillo (1)




Ser un pastorcillo es lo más parecido a ser digno de que se te aparezca La Virgen. Las historias "pseudo-sagradas" están cuajadas de ejemplos que no hace falta recordar.Pero hoy voy a contar una historia milagrosa; o tal vez real. 

Anoche tuve un sueño. Yo estaba en el monte del Encinar, cercano al Priorato de San Miguel de Escalada, guardando un rebaño de unas pocas de ovejas y algunas cabras locas. En el sueño, me había entrado un sueño (valga la "rebuznancia") inaguantable, que me dejó fuera del mundo por un rato, a la sombra de un frondoso enebro, que por aquí llamamos "escardamulos". 

(Dicho sea de paso: me había tomado antes unos buenos chutes de licor de orujo con las bayas del enebro, porque hace unos días que me vienen dando unos retortijones de tripas que pa´qué!)

Héte aquí que yo estaba así, traspuesto, y "estingarrado" de una manera no muy ortodoxa, casi provocadora, si no fuera porque estaba yo solo en el campo de "ilagas" y de encinas. Y no creas que cuando estoy a solas yo suelo faltar al respeto a mi mismo y a la decencia que se merece la naturaleza... 

Pues bien, a lo que iba: Soñaba yo que sonaban las esquilas de las cabras; que cantaba un mirlo allá abajo, en el soto; y me arrullaba el cri-cri monótono de un grillo negro, asomado a su agujero... El cielo tenía dos nubes blancas tendidas sobre el templo, que soñaba también con su pasado fértil, ahora en silencio. Una de las nubes se hizo jirones, de repente; y cayó deshecha sobre el tejado de la torre románica, como si fuera la tela de un "monumento" de esos que se ponen (ponían, digo) los días de pasión en las iglesias. 

Todo era gris. Un repique de campanillas sonó también sobre el tejado de la iglesia, como si anunciara un momento muy solemne; igual que cuando el cura levanta la hostia y el cáliz, y mira de reojo al monaguillo para que toque y retoque.  Yo, en mi sueño, me cubrí el cuerpo con la capa de pastor, pero sin despertarme. Abrí los ojos - pero sin despertarme -, y miré hacia aquella ventana del cielo que aparecía ante mí.

Una mujer bellísima descendía por una escalera que apareció en el rincón que forma la torre románica con los arcos y el tejado del templo mozárabe.



 Parecía que ella conociera de sobra esa escalera desde hace siglos, aunque ahora no tengamos ni un mínimo vestigio de ella.¿A dónde llevaba esa escalera? ¿De dónde venía la mujer hermosa?

Cesó el repique de las campanillas; y también el de las esquilas de las cabras en el monte. Enmudecieron el mirlo y el grillo, negros. Y una aureola fue enmarcando la torre, a media altura, haciendo como un trono para la mujer misteriosa. Ella se quedó, serena, mirando hacia el poniente. Allí, en el oeste, estaba yo, dormido; y ensoñando.

La mujer hermosa estaba resplandeciente, con una corona revestida de pan de oro, como recién hecha, en su cabeza. Un pañuelo blanco recogía su pelo, y enmarcaba su frente; sus ojos, castaños, un poco rasgados, no eran capaces de ocultar una pizca de preocupación, o quizás de molestia, en sus adentros.



¡Ay, sueño profético, y parabólico!...


***

¿Quieres saber cómo continua el sueño?
Has de esperar a mañana. Y hacérmelo saber con un mensaje privado. Te adelanto que fue algo misterioso. No digo que fuera milagroso, porque sé que tú también eres un descreído de estas cosas. Pero quizás tenga razón de ser lo que pasó en mi sueño.

Con el permiso, y el respeto, a esa mujer hermosa y misteriosa, te lo cuento... Te lo contaré, mañana, digo; y con una imagen que verdaderamente lo certifique...  
Pese a quien pese.  



Comentarios

Entradas populares