Claudio, “El Madreñinas” de Gradefes.

 

Claudio, “El Madreñinas”

 de Gradefes.

 

¿Dicen que murió de frío?

 ¡De nadie tuvo calor!

 Solo conoció el rigor

 que el destino le imponía.

A él se hizo día tras día

 con envidiable valor.

Y aunque en alguna ocasión le sonriera el azar,

nunca le llegó a cambiar

sus modos de rebeldía,

 de su suerte se reía

y la sabía lidiar.

 

Vivió solo, en pleno campo,

y el campo le devolvía, en cosecha florecida,

 sus desvelos, su trajín.

 Nunca persiguió otro fin

 que la pura subsistencia,

el prosperar no era ciencia

 que rondara su magín.

Gallinas, perros y gatos tenía por compañía,

 con ellos se entretenía,

 los trataba como humanos,

 ellos comían en sus manos

o en una lata… si había.

 

En el bar, con lo vecinos,

 era el centro del ambiente,

con sus frases ocurrentes,

 cargadas de dinamita.

 No era miel, ni agua bendita

 en su trato con la gente.

Mas no buscaba peleas.

Si alguno le provocaba,

la ironía practicaba,

 y de todo se reía

 con graciosa maestría,

y el lance allí se acababa.

 

Sin él la noche es más noche,

 la tertulia está más muerta.

Y la brasa diminuta de su eterno cigarrillo

 ya no anima con su brillo,

 las calles aún más desiertas

 

Mucha gente a despedirle.

Triste y gris estaba el día.

Su casa ya está vacía,

ya solo existe el recuerdo,

 y la pena de su perro,

 aullando  en la noche fría. 

(Poema de Carlos Tejerina)

***

Dicen que se necesita alimentar la memoria, porque el olvido crece solo.

Gradefes,  09.11.2012, Viernes

Hacía tres días que no se veía a Claudio López por el pueblo. No era de extrañar, porque él vivía a su aire, en el campo, en su “Ranchito, en La Fuente del Colmenar,  con su perro, su amigo más fiel y su bandera. Lo más raro era que el perro tampoco se había acercado en esto días a husmear en los gallineros. Al tercer día se murió para todos, pero él ya estaba muerto para sí solo; y su perro fue su silencioso cómplice. Claudio era un soltero integral, de no casarse con credos ni servidumbres; de no casarse ni con cristo – decía.  Claudio fue especial: sin dejar impasible ni a su sombra. Vivió y murió como era: libre y extremo. Calzando sus madreñas.