LA PLUMA EN EL AIRE

Poema de Pablo Guisado Quintela en la I Antología de poetas de El Ágora de la Poesía,
 2014 LapizCero Ediciones, página 46.


***** LA PLUMA EN EL AIRE *****

Pablo Quintela suele acudir puntual al Ágora de la Poesía, casi siempre en silencio, sin llamar la atención. Algunas veces viene su madre, Eva, que procura guardar su silencio, de pie en las filas altas del Anfiteatro. La compañía de una madre siempre se nota en el silencio. Incluso en la distancia.

Pablo da su nombre en la cola de los poetas, sin llamar la atención; y regresa a su alta fila debajo de la pérgola de glicinias, que cuelgan a sus espaldas como las hermosas cortinas de un escenario.
Anuncian su turno, y él salta al centro del ágora sin papeles. Nos mira a todos con un silencio corto como saludo. Y con las manos en los bolsillos comienza a "leer" sus poemas. A veces sólo uno; pero qué largo, y qué cargado de profundidades. A veces cortitos, como un siseo; pero igual de enteros y de redondos.

He dicho "leer", con los labios, con la boca, con los ojos... Yo casi nunca recito sin papeles (Sólo un poema íntimo me sale de memoria, mirando al cielo, donde se supone que está la pluma que escribe en el aire). Por eso envidio, y admiro, a Pablo. De un tirón, él sigue unos renglones invisibles en el aire, por encima de las glicinias, como si un ángel le dictara las palabras, una detrás de otra.

Cuando Pablo termina su "lectura en el aire", todos quedamos quedos, buscando al ángel que le anuncia a él tanta belleza. Y se rompe el silencio con un aplauso de admiración, bien merecido.

Todo eso está colgado en la pérgola de las glicinias de algunos "Ágoras de la Poesía". Pero siempre he creído que Pablo tiene cosas serias que decirnos en poesía. Es un joven que sabe bien lo que importa, y que sabe esperar por lo que importa. Porque el silencio nutre.

Alguna vez le dije que esperaba que un día estuviera en nuestro "Ágora de Escalada"; porque, como sabéis, me gusta arriesgar por los jóvenes valientes, serios y que saben esperar su turno.

Me alegra ahora saber que Pablo sigue por el buen camino, de formación y de paciencia. Y que se atreve a descolgar en un libro estos primeros revoloteos de sus plumas en el aire. LA PLUMA EN EL AIRE:


Yo seguiré su vuelo. Y quizás un día vuelen sus poemas en el cielo de Escalada.

Será cosa suya.
(agf)

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