mis sueños colorados
el cielo de mi niñez
era "más o menos de color rojo",
cuando, a la tarde,
se marchaba el sol gordo, y tibio, mirando a babia.
(para mi, babia no era un territorio físico , claro...
era un triángulo interior...
igual que dios
no era un ser, sino otro triángulo misterioso...).
el cielo era como el rubor de las mejillas
de las niñas,
jugando en la plazuela
al "truque" o a la "comba"...
o a estar enamoradas.
mi abuela lo pintaba,
- con las cuentas del rosario entre las manos -,
como el cuarto de la plancha de la virgen:
"mira, cariño: la virgen está planchando,
- me decía -
y se ha descuidado, por cantar a jesús
la nana;
y las sábanas del cielo se le están "esturando".
mi cielo, a veces negro,
- como los charcos negros tras la más intensa tempestad
que siempre venía del oeste -
rompía el azabache
con jirones de añil,
oriental y fantástico.
y, a la mañana, unas lágrimas blancas
de rocío colgaban de las yerbas de los prados,
de las hojas de los fresnos, en el río,
y de los cables altos
de la luz,
adornados de cristalinas jícaras
y cuencos repletos de azufre amarillo.
mis sueños son ahora azules,
de azul serenidad;
pero a la tarde,
mientras espero a que pasen los trenes
- sin pararse -
de norte a sur,
se vuelven por un rato colorados:
"más o menos de color rojo",
como la sangre.
(agf/21.01.2mil12)
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