manual para suicidas

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HOY "LA PINZA ROJA" ha de ser para:

manual

para

suicidas

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(o, "del escaparate de la librería Valderas a mis manos y a mis ojos")...



Ya lo tengo. Entero. Y verdadero. Ha valido la pena la espera.
Alguna vez he dicho que ante un libro nuevo tengo la manía de hojearlo y buscar el final (sobre todo en novela). Con este no puedo. Ni debo.
Algunas veces me salto, adrede, el prólogo de algunos. No sé muy bien si por culpa del libro concreto, o del prólogo en sí. Muchas veces no se merecen ambos. Y otras no se necesitan. 
En este caso, no puedo.
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Voy a armarme de valor - pues de amor ando sobrado - y voy a respetar el orden de las cosas buenas y hermosas. Y empezaré diciendo que este libro no tiene prólogo; pues tiene "frontispicio", que es muy distinto. Y eso significa que lleva una fachada alentadora, - anunciadora -, de toda una belleza y de muchas sorpresas que nos guarda, como las guarda y las anuncia la fachada de una Catedral...
Y qué mejor artífice para este frontis (cara) que Don Antonio Gamoneda. Coincido con él en todo lo que dice. Y les invito a que hagan como yo, y entren en este libro por la entrada principal, que anuncia un nuevo título:
"Manual de insurgencias y sanas destrezas que convienen para andar por la vida y quizá ser amado - De este códice, está prohibido/ el acceso
y el uso a carcundas, multinacionales y cerdos".
Gracias, Salvador Negro, amigo y poeta. Te seguiré leyendo.

© Alfredo García Fernández
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