Un cuento para Mateo y Julia...
(de "Cuentos para papá"/1985)
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coche de bomberos para colorear |
Érase una vez…
una ciudad pequeña, muy pequeña, que tenía un parque de bomberos tan pequeño, tan pequeño, que se reducía a una botella de agua, una paja para tomar “fantas” de naranja,
y un triciclo, todo roto… que sólo tenía dos ruedas.una ciudad pequeña, muy pequeña, que tenía un parque de bomberos tan pequeño, tan pequeño, que se reducía a una botella de agua, una paja para tomar “fantas” de naranja,
Un día, el señor Alcalde
convocó a sus vecinos, y les dijo:
“Queridos vecinos: ya veis qué birria de parque de bomberos tenemos. Es hora de comprar material nuevo y decente, ¿no os parece?”
“Sí, sí – dijeron a coro los vecinos – Compremos un parque de bomberos nuevo y decente, Señor Alcalde”.
“Sí, sí – dijo también la señora Sordina, una viejecita sorda y desdentada, que tenía una tienda de pipas y regaliz en la esquina de la iglesia - Que el otro día explotó un petardo al lado de mi kiosco, y se produjo un gran fuego, que casi quema toda mi tienda. Menos mal que pasó por allí mi nieto Sordín, y apagó el petardo con un helado de cucurucho”.
Todos los vecinos se fueron muy contentos a sus casas, por la decisión que habían tomado.
“Queridos vecinos: ya veis qué birria de parque de bomberos tenemos. Es hora de comprar material nuevo y decente, ¿no os parece?”
“Sí, sí – dijeron a coro los vecinos – Compremos un parque de bomberos nuevo y decente, Señor Alcalde”.
“Sí, sí – dijo también la señora Sordina, una viejecita sorda y desdentada, que tenía una tienda de pipas y regaliz en la esquina de la iglesia - Que el otro día explotó un petardo al lado de mi kiosco, y se produjo un gran fuego, que casi quema toda mi tienda. Menos mal que pasó por allí mi nieto Sordín, y apagó el petardo con un helado de cucurucho”.
Todos los vecinos se fueron muy contentos a sus casas, por la decisión que habían tomado.
Y a la mañana siguiente el Alcalde compró un bonito
coche de bomberos,
coche de bomberos,
y una sirena amarilla…
Todo nuevo, bonito y reluciente.
Pero pronto se dieron cuenta de que no había nadie en el pueblo que supiera conducir aquel bonito coche de bomberos, y exclamaron:
“¡¡¡Qué chasco!!!”
Estaban todos pensando, pensando, para buscar una solución, cuando llegó un niño corriendo calle abajo, y gritando:
“¡¡¡Fuego, fuego!!! Fuego en la farmacia de Don Genaro”.
“¿Y ahora qué hacemos? – se decían el alcalde y los vecinos – Mucho coche, mucho coche, y no vamos a poder apagar el fuego…”
De repente, la sirena empezó a sonar; y el coche asomó por la puerta del garaje. Y como por arte de magia subió por la calle, camino de la farmacia. Y allí la manguera comenzó a desenrollarse, como si fuera una serpiente; y a lanzar agua sobre las llamas que salían por una ventana.
En un periquete, el fuego quedo apagado: Y el farmacéutico, Don Genaro, pudo salir ileso, mondo y lirondo, de la farmacia donde estuvo a punto de morir asfixiado.
Todos los vecinos, y el alcalde, muy contentos, hicieron una gran fiesta, rodeando al coche con guirnaldas de colores.
El Alcalde se acercó al coche, y le puso una gran banda de honor, que ponía en letras bien grandes:
“Quedas nombrado COCHE BOMBERO”
Y colorín colorado… este cuento se ha acabado.
(agf/19.09.1985/”Cuentos para papá”)
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