Donde están mis raíces...
Y sé que siempre me espera.
sabor a sal
He de reconocer que estaba confundido.
Decía salitre y pensaba en el mar:
bofetadas de sal en el aire
que me tapan los poros
de los poros de mi piel... y la vuelven áspera.
Ayer tropezaron mis ojos
con una pared añeja
de siglos y de abandono. Y palpé
con las yemas de mis dedos
la quieta humedad que dejaron en ella
las incansables arañas tejedoras
de inacabadas telarañas;
las "volatas" grises, somnolientas
y acurrucadas en los "furacos" de la piedra;
y los céfiros
de la desidia olvidadiza.
Llevé a mi boca
mis dedos, - como dos palitos chinos -,
cargados de una sustancia blanca,
cristalina;
y un sabor acre me trasladó hasta el mar.
Pero estaba en tierra adentro,
- supuestamente insípida -
en el corral del caserón abandonado,
debajo del corredor de la tía Adela.
Quizás este rincón
del pasado de los míos
fue mar un día. No lo sé.
Me sigue sabiendo a sal.
(agf/10.05.2mil15)
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