cocoluz

Hoy podría hablarte,
por ejemplo, del coco.
Ese gusano de nombre común desconocido
- y mucho más su nombre propio -;
un tipo de bichejo, principalmente insecto,
que larva a veces el interior
de las manzanas;
y llega a esconderse en los granos pequeños;
o a engordar con la grasa
del tocino o la carne.

Hoy podría hablarte
del coco que ataca la madera,
que alguna vez llamamos "gata"; 
o de la avanzada caries 
de la muela,
a fuerza de dulces, maltratada.

Hoy podría hablarte
del nudo de las tablas 
de madera,
visible en los cortes transversales;
o de la excrecencia de los robles,
que echan: con picos, gallarotos;
y gallarotas lisas, mondas y lirondas,
las más de las veces. 

Pero no quiero.
No quiero hablarte de ese coco.

Tampoco
quiero hablarte
del miedo o la amenaza
de aquellos cuentos infantiles
que la abuela me contaba...

Hoy quiero hablarte
de cuando el abuelo me traía
hasta el borde de mi cama,
en la cajita de los mixtos,
parpadeante,
aquella estrella azulina
de las buenas noches más felices y mejor recordadas.

Hoy quiero hablarte
de esa barriga azul
que lleva a modo de linterna,
la mosca gris e invisible casi,
la silenciosa luciérnaga,
en las serenas noches 
de los agostos calientes.

Hoy quiero hablarte
de toda esa leyenda
que está larvando
mi recuerdo, mi ensoñación
y mi febril locura, eternamente niña.

Hoy quiero hablarte
del "cocoluz",
cariño.
Por si no lo sabías...

(escondido en la firma
hay un precioso cuento:


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