EL ESTADO de la nación.-







En la sesión matinal, el Presidente del gobierno nos dio una lección de "daltonismo": 
"alteración visual hereditaria que impide distinguir ciertos colores, en especial el rojo y el verde".
Modestamente, en mi opinión, debe hacer que se lo miren.
Foto: ESTADO de la nación.- 
"daltonismo": alteración visual hereditaria que impide distinguir ciertos colores, en especial el rojo y el verde.


A las cuatro de la tarde llegó el jefe de la bancada opuesta, y confirmó que tal vez sea cierto el mito ese que corre por ahí, de que los perros tienen sólo una visión en blanco y negro. Ni siquiera existe el gris para ellos. 
Son dos posiciones claramente inasumibles. Quiero decir: rechazables, las dos, por todos los que no somos ni daltónicos, ni perros...




Pero el padre de todos los "quaestionis quidam" es otro.
O quizás sea el mismo:
Tras cuarenta años de dictadura, claramente asumida, nos dispusimos a dar los pasos necesarios para alcanzar una democracia digna. Se habló de rupturas, de reformas, de pactos, de consensos... Y nos parieron una "norma" que había de estar por encima de todas las leyes de convivencia, precisamente para eso: para la convivencia. Pero, las ramas de esa norma troncal se desmesuraron tanto, - y tan desmesuradamente (valga la redundancia) -, que no nos dejaron ver el bosque. De eso se ocuparon algunos.
Nos hicieron caer en un error. Vino el primer signo de un gran problema, que luego se ha repetido. Vinieron las elecciones democráticas, y nos pusieron a huevo una victoria por "mayoría". Qué más da de qué signo... La mayoría - esta y las demás subsiguientes - es mala, por mucha legalidad que adquiera con los votos.  Nunca debiera haber existido. Ni la del 82, ni la del 93, ni la del 2004... Y mucho menos la última. Todas ellas fueron, son, y seguirán siendo, un bozal para los crédulos ciudadanos que las hemos propiciado. A veces ignorantes, a veces influidos, y las peores veces guiados por vicios compartidos.  Y es que somos unos interesados imbéciles...

Hace tiempo que he desesperado de que esto tenga arreglo. Sobre todo cuando vemos que algunos (muchos) quieren volver a los reinos de taifas, a las naciones, a los estados (o estadillos), a los virreinatos, a las pretorías... Hace tiempo que me han desengañado los políticos. Con sus obras. Cuando sean capaces de romper los sistemas viciados; de reformar los estamentos de intereses y de poderes fácticos; de pactar entre sí, a pesar de sus ideas; de consensuar soluciones vitales para los ciudadanos (que somos todas las personas)...  entonces podremos decir que la nación mejora. Mientras tanto, su estado es malito... 
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