la diosa Fortuna,
caprichosa.
Por cuatro números (escasos):
62246 era su nombre,
y el mio... casi...
Me quedé corto al elegir...
o me eligieron, corto, el 62242...¡¡¡manda carallo!!!
¡¡¡qué rabia!!!
El día antes
me imaginaba la Ocasión...,
pero... ya se sabe:
a la Ocasión la pintan calva,
es tan difícil de atrapar...
Y la fortuna se escurrió,
como una rueda que es... rodando,
y patinando.
Al día siguiente
me tocó,
levemente, la Salud,
la diosa Higía,
que los griegos llaman casi sonando a risa...
Me está tocando la salud
casi con pinzas,
"higíenicamente", digo.
Y mira que bien quisiera que me masturbara,
de tocarme y tocarme...;
pero ni en eso siquiera me complacen las diosas,
caprichosas.
En la NocheBuena
me tocó el Niño...
Vinieron
Afrodita y Eros, hijos de Zeus, juntos...
a tocarme la entretela que me pusieron
en las entrañas los dioses del Olimpo
(de mi pequeño olimpo)...
Y me tocó el corazón
la sonrisa de un niño,
- de mi niño- ,
las yemas cariñosas
de sus deditos tiernos,
- de mi niño-,
la risa arrebatadora
de sus ojos y su boca.
... cuando me dijo ¡¡¡abuelo!!!
Yo escupí a la Fortuna,
pedí largos días a Higía,
acurruqué en mi corazón a Eros y a Afrodita;
y suspiré...
"con este Cielo, no necesito Olimpo".
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