¿Y después, qué?

Editorial:
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Muchos reconocemos que habíamos puesto ilusión en aquel movimiento esperanzante del 15-M. Porque nesecitamos esperanza. Y tras él, ¿qué?.   
Muchos reconocimos que el 22-M había conseguido una sensible novedad, aunque los conseguidores no fueran de los nuestros. Porque los anteriores - los que pensábamos que eran de los nuestros - tampoco lo son en realidad.  Y aplaudimos los cambios de rumbo prometidos. Y tras él, ¿qué?
Muchos estamos volviendo a tropezar en la misma piedra del camino, con este 15-O, amaestrado, prescrito (recetado) y dosificado. Porque los médicos nos siguen poniendo la cosa cruda. Y nos amenazan los curas con la extramaunción. Y tras él, ¿qué?. 
Muchos caminamos engañados hacia el - para unos apocaliptico, y para otros de resurrección - 20-N. Porque estamos aquí como atónitos apóstoles huerfanos, mirando al cielo... Y tras él, ¿qué?.
La peor estrategia es dar tiempo al enemigo. Y estamos dando tiempo a todos los enemigos. Tiempo y dinero. Porque el más grande enemigo es ese caballero. Y  tras él... ¿qué?: Girarán de nuevo los mismo canjilones de la noria. Con el mismo burro, dando vueltas, sin cesar...  
No es cuestión de esperar desesperadamente. No es cuestión de "quítate tú para ponerme yo". No es problema las calles repletas de pancartas. No es solución unas urnas, de nuevo, con cristales opacos... Mientras tengamos al enemigo en casa, ¡no!.  
      
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