Historia real de un pueblo (1938)

Joaquín Velasco (uno de los firmantes) era vecino de la Tía Tecla... Se ve en la foto, al fondo.



año 1938: un año difícil


En sesion de ventinueve de enero de mil nueve
cientos treynta y ocho se hace constar que 
en virtud de la sesion celebrada en ventisiete
de Noviembre de mil nuevecientos treinta y siete
para hacer constar, teniendo en cuenta la dificil
situacion del pueblo que de ser posible se autori
ce las roturaciones no solamente en las 40 hectarias
que fueron concedidas en el año 1929 sino tanvien
en toda aquella superficie que no se concetra (?) utili
zable para la obtencion de productos agri
colas y para que surta los efectos con
siguientes
                    de lo que yo Secretario Certifico


                                         Eliecer Fernandez

Francisco Moratiel
       
     Joaquin Velasco                      Blas Tomé
    
     Sandalio Campos
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1938
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documento "salvado" por L.G.P. en el verano de 2010

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Comentarios

  1. La tía Tecla:

    Me encanta entrar en San Miguel, a las seis de la tarde, en este agosto caluroso, cuando vengo de Rueda por el camino del Sorribio. Atrás queda el Priorato, en su remanso de paz, en la ladera. Su silencio de siglos se rompe sólo con los gritos de un niño que juega a explorador, mientras sus padres miran el esplendor mozárabe. Se admiran los padres de las piedras, y el niño se admira de la selva que adivina en la vega, mientras se pierde en el bosque de la cuesta, gritando – qué valiente – para quitarse el miedo.

    Vengo cansado. Pero este primer rincón del pueblo me conforta. A mi izquierda están los huertos, pequeños pero fecundos, que riega la vieja presa de La Reguera. A la derecha todo es tapial y adobe. Desde hace siglos el hombre de estas tierras le quitó a la cuesta un poco de su barro, y puso al lado del camino una sombra más cercana y más fresca.

    El sol ya viene bajo, y en la calle se dibujan las casas de Delfina, de los Velasco, y de la tía Tecla. A intervalos, el sol cruza la calle polvorienta, por el portón de tablones y clavos, entreabierto. Al final de la curva está, en la puerta de la casa, el tío Joaquinillo. Como una estatua de Rodin, siempre inclinado sobre su cacha de avellano, pensativo. Entrecruza sus dedos como si estuviera rezando, y con sus manos prepara una almohada, sobre la que descansa su barbilla. Siempre que paso, en esta hora de la tarde, me lo encuentro así. Le doy las buenas tardes, sin esperar respuesta, y sigo mi camino. Sé que es inútil preguntarle otras cosas, porque hace años que el pobre vive ensimismado y silencioso. Pero me basta con verle cada tarde en su rincón, haciendo su guardia, y pensativo…

    Hoy hace un calor de bochorno. Al pasar por la fuente de San Miguel no me puede refrescar, y vengo sudoroso y sediento. Pero no me importa. Sé que la tía Tecla me está aguardando, sentada en el poyo de su puerta. Y me guarda un frescor reposado en su botijo de barro blanco, decorado de azul. Tecla es menuda y vivaracha. Los años ya la tienen encorvada. Pero debajo de sus faldas grises, hasta el suelo, todavía revolotean, ligeras, sus negras alpargatas. Es buena Tecla. Limpia y diligente. Es habladora, parlanchina. Y hasta un poco meticona. Pero es buena Tecla. Tiene fama de muy ahorradora. "En la miseria hay que salir adelante con menos de lo que se tiene", me dice muchas veces. Las lenguas chismosas de este pueblo cuentan que Tecla, sin gallina, es capaz de sacar de los huevos que mete entre sus faldas, acurrucada, la mejor pollada…

    Tecla me ofrece el bendito frescor de su botijo. Me siento un rato en el tronco donde hace la leña. Y yo le ofrezco mis historias, a cambio de las suyas… Y congeniamos.

    Un día le dije: "Tecla: ¿me deja que la llame abuela?" Ella asintió con la cabeza. Fue el primer día que se quedó sin habla. Siempre tenía ella que decir, en todo, la última palabra.

    Supe después, por los vecinos, que decía: "Demonio, el chico… Me dijo "abuela", y me puso un nudo en la garganta".

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  2. Fantástico, formidable, Alfredo. Como tu sabes y como tu sueles. Gracias siempre, por compartir estos retazos de vivencias, ya cada vez más lejanas!

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