MONÓLOGO




monólogo

caray carajo mi pensamiento es indisciplinado tanto que llega a ser ilógico va y viene y mariposea las flores marchitas de mi jardin que casi está reseco por mi desidia por mi falta de prevision por mi falta de lógica y yo me quedo seco de ideas y encharcado en pensamientos impuros no puros digo casi casi impúdicos casi atribuibles al diablo aquel angel presumido que quiso pasar de dios superar a dios adorarse a sí mismo hay que joderse que me gobierna desde dentro y me oculta el dios primero que debería ser que deberia gobernar mi sentimiento porque sentir es lo que importa no lo que vale ni lo que cuesta ni lo que se cobra la vida mi vida está llena de intereses humanos rastreros a ras del cielo debería volar como una mariposa como una abeja como un colibrí como una golondrina atolondrada o un águila alta como una semilla de diente de león viento de viento viendo descubriendo que al fin y al cabo somos polvo de una estrella y que dios nos desterró del cielo aunque el cielo está en el bajo suelo de los quereres de los si te quiero silenciosos de los no decirlo pero hacerlo y de los corazones rotos por deshechos porque si el grano no sufre muere y se pudre no habrá ni tallo verde ni flor ni semilla al viento ni mariposa ni abeja ni colibrí ni golondrina ni águila ni diente de león ni dios ni cielo qué pensamientos caray carajo qué alocados pensamientos irrefrenables de mi interior conciencia un diente de león que dios me presta



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Ulises, de James Joyce, es una novela enorme: 267.000 palabras en total, con un vocabulario de más de 30.000. En la mayoría de las ediciones consta de entre 800 y 1.000 páginas, divididas en 18 capítulos. A primera vista el libro parece desestructurado y caótico, pero los dos esquemas que Stuart Gilbert y Herbert Gorman hicieron públicos tras la edición para defender a Joyce de las acusaciones de obscenidad hicieron explícitos los vínculos con la Odisea.

Uno de los rasgos más importantes del libro está en que Joyce utiliza un estilo diferente para cada capítulo. El más usado es el de monólogo interior («conciencia interior» —stream of consciousness— en la terminología de James Joyce, que consiste en expresar los pensamientos del personaje sin una secuencia lógica, como ocurre en el pensamiento real. La culminación de esta técnica narrativa es el epílogo de la novela, el famoso "monólogo de Molly Bloom", en el que el relato, sin signos de puntuación, emula el fluir, libre y desinhibido, del pensamiento.

fragmento del libro ‘El Ulises’ de James Joyce:
...me gustan las flores quisiera tener la casa entera nadando en rosasDios del cielo no hay nada como la naturalezalas montañas salvajes luego el mar y las olas precipitándoseluego la hermosa campiña con campos de avena y trigo y todo género de cosas y todo el lindo ganado andando por allí que haría bien al corazón ver los ríos y los lagos y las flores y todo género de formas y olores y colores brotando hasta de las zanjas primaveras y violetas eso es la naturaleza para aquellos que dicen que no hay Dios no daría ni el blanco de una uña por toda su ciencia por qué no se ponen a crear algo le preguntaba muchas veces a los ateos o como se llamen que vayan primero a lavarse sus miserias luego van pidiendo a gritos un sacerdote cuando se mueren y por qué por qué tienen miedo del infierno a causa de su mala conciencia ah sí les conozco bien quién fue la primera persona en el universo antes de que hubiera nadie el que lo hizo todo ah ellos no saben y yo tampoco así pues podrían lo mismo tratar de impedir que el sol saliera mañana el sol brilla por ti me dijo el día que estábamos tumbados entre los rododendros en el promontorio de Howth con el traje de mezclilla gris y su sombrero de paja el día que conseguí que se me declarara si primero le di un poco de la torta de semilla que tenía dentro de mi boca y era bisiesto como ahora sí hace dieciséis años Dios mío tras aquel largo beso yo casi perdí el aliento sí él decía que yo era una flor de la montaña sí eso somos flores todo el cuerpo de mujer sí esa fue la única verdad que dijo en su vida y el sol brilla hoy por ti sí por eso me gustó porque vi que comprendía o sentía como es una mujer y supe que yo podría hacer de él lo que quisiera y le di todo el placer que podía para llevarle a que me pidiera que dijese sí y yo primero no quería contestarle mirando sólo el mar y el cielo estaba pensando en tantas cosas que él no sabía de Mulvey y Mr. Stanhope y Hester y de Papá y del viejo capitan Groves y de los marinos que jugaban a pájaro al vuelo y a saltar del burro y a lavar platos como ellos lo llamaban en el malecón y el centinela frente a la casa del gobernador con esa cosa alrededor del casco blanco pobre diablo medio achicharrado y de las muchachas españolas riendo con sus mantones y sus altas peinetas y de los gritos por la mañana de los griegos judíos árabes y Dios sabe quienes más de todos los rincones de Europa y de la calle del duque y del mercado de aves todas cloqueando ante Larby Sharon y de los pobres burros resbalando medio dormidos y de los vagos tipos dormidos con su cara a la sombra de las gradas y de las grandes ruedas de los carros de bueyes del viejo castillo de hace miles de años sí y de todos aquellos hermosos moros todos de blanco y con turbante como reyes pidiéndole a una que se sentara en su tiendecita y de Ronda con las viejas ventanas de las posadas ojos mirando tras las rejas ocultos para que el enamorado bese los barrotes y de las tiendas de vinos entreabiertas por la noche y las castañueñas y de la noche que perdimos el barco de Algeciras el vigilante rondando sereno con su linterna y oh el mar el mar carmesí a veces como de fuego y las soberbias puestas de sol y las higueras de los jardínes de la Alameda si todas las raras callejuelas y las casas rosa y azul y amarillo y de las rosaledas y los jazmines y los geranios y cactus y de Gibraltar cuando niña y cuando flor de montaña sí cuando puse la rosa en mis cabellos como las muchachas andaluzas la llevan y debí llevar una roja sí, y cómo él me besaba al pie de la pared morisca y me pareció bien lo mismo de él que de otro y después le pedí con los ojos para poder volverle a pedir sí y él luego me pidió si quería decir sí mi flor de montaña y primero le rodeé con mis brazos y lo atraje hacia mí para que pudiera sentir mis pechos todo perfume sí y su corazón latía como alocado y sí dije si quiero Sí
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Comentarios

  1. interesante, pero un poco intrigante... quizá íntimo ???

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