- ¡Mamá!, ¿es éste el cielo?
La anécdota no puede ser más aleccionadora. Penetraban los últimos rayos del sol a través del rosetón occidental. La catedral, completamente bañada por la luz mortecina de aquel atardecer de agosto, ofrecía un espectáculo conmovedor. Una niña, con tres años apenas cumplidos, preguntó a su madre Mamá, es éste el cielo, Su rostro, como el de Moisés mientras escuchaba la voz de Dios en medio de la zarza ardiente, expresaba cierto temor y temblor, aunque no podía hacerlo sino desde la traslucidez de unos ojos limpios y de un alma inocente. No, hija, éste no es el cielo, pero se le parece, contestó la madre con voz entrecortada.
Pocas veces he podido escuchar una definición de la pulchra leonina tan precisa, aunque en este caso no fuera fruto de gran ilustración histórica o estética. Atinó aquella buena madre a la hora de ofrecer caminos de investigación a muchos que buscan el porqué y el cómo de tan maravillosa creación humana. Acaso pudo intuir la intensidad de su mensaje y la razón de su existencia, acorde con la voluntad creadora de los teólogos y artistas del siglo XIIII, afincados aquí...
(Texto de Máximo Gómez Rascón, en el libro EL MILAGRO, La Catedral de León).
La anécdota no puede ser más aleccionadora. Penetraban los últimos rayos del sol a través del rosetón occidental. La catedral, completamente bañada por la luz mortecina de aquel atardecer de agosto, ofrecía un espectáculo conmovedor. Una niña, con tres años apenas cumplidos, preguntó a su madre Mamá, es éste el cielo, Su rostro, como el de Moisés mientras escuchaba la voz de Dios en medio de la zarza ardiente, expresaba cierto temor y temblor, aunque no podía hacerlo sino desde la traslucidez de unos ojos limpios y de un alma inocente. No, hija, éste no es el cielo, pero se le parece, contestó la madre con voz entrecortada.
Pocas veces he podido escuchar una definición de la pulchra leonina tan precisa, aunque en este caso no fuera fruto de gran ilustración histórica o estética. Atinó aquella buena madre a la hora de ofrecer caminos de investigación a muchos que buscan el porqué y el cómo de tan maravillosa creación humana. Acaso pudo intuir la intensidad de su mensaje y la razón de su existencia, acorde con la voluntad creadora de los teólogos y artistas del siglo XIIII, afincados aquí...
(Texto de Máximo Gómez Rascón, en el libro EL MILAGRO, La Catedral de León).
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- ¡El Cielo es éste!..
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