SE MUEREN LOS PUEBLOS



Lo que voy a poner a continuación ya es viejo. Como nuestros pueblos...



Este pueblo se muere... en diez años.

Sesenta de los 211 municipios leoneses asumen un terrible problema de envejecimiento, más de la mitad de su población ha superado ya los 60 años y no existe ninguna vía para el relevo generacional. El problema es gravísimo en toda la provincia ya que, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, un tercio de la población leonesa ha superado la sexta década de su vida, un porcentaje que supera el 40% en dos de cada tres núcleos territoriales leoneses.
El gráfico del envejecimiento tiñe de rojo todo el mapa provincial. La senectud está repartida por toda la provincia aunque, en términos generales, sólo el alfoz de León y la comarca berciana presentan unos registros por debajo de la media. Escobar de Campos, Campo de Villavidel, Santa María del Monte de Cea, Izagre o Valdesamario componen el gráfico más impactante del envejecimiento en León: más del 60% de su población supera los 60 años, con porcentajes que se acercan al 65% en los tres primeros municipios. Además, en estos y en otros muchos núcleos de población, un tercio de sus habitantes ha superado ya los 75 años de edad.

Este pueblo está muerto.

«¿Niños? Ninguno. ¿Menores de 60 años? Media docena». Juan asegura que muchas noches, en la cama, cuenta el número de habitantes de su pueblo, Campo, para no aburrirse «porque ni para dormir vale uno». Es fácil, agrega, unos ochenta. La mayoría viven en pareja y «muchísimos solos». No hay niños y «todos pasan de 60 años», recalca. Campo de Villavidel es uno de los municipios más envejecidos de León. Con poco más de 150 habitantes, el 64% de su población supera los 60 años.
Subido en un frutal, que está podando, matiza que el pueblo está muerto. «La mayoría de las mañanas no te encuentras con nadie a quien dar los días», apunta. Por eso, dice desde lo alto de la escalera, «aburrido, no busca uno más que el peligro». El pasado año -relata- se cayó del tejado y se hizo una «gran avería». Cultiva un huerto «para no aburrirse» y ofrece toda su fruta. «Se muere aquí».
Juan García tiene 76 años, tres hijos y varios nietos a los que cuida algunos días en León capital. Los «chavales estudiaron y marcharon», afirma con una mezcla de orgullo y pena. Campo está a una veintena de kilómetros de León y cuenta, por ello, con mejores condiciones de vida lo que no impide que el pueblo no tenga ni escuela, ni bar, ni sucursales bancarias, ni centro médico (un consultorio suple éste dos días a la semana) ni farmacia. «El médico viene dos días a la semana y vamos todo el pueblo a hacer terapia. Nos vemos allí hablamos y luego el farmacéutico nos trae las cosas». Cada día de consulta acuden al consultorio, dice, entre 15 y 20 vecinos, la cuarta parte de los empadronados.

Modo de seguir viviendo...

Comprar un kilo de fruta es mucho más fácil en Villaobispo que en Mancilleros. Sin duda. Establecimientos de alimentación, consultorio médico, farmacia, sucursales bancarias. Una persona podría residir aquí sin necesidad de salir para nada. Pero, además, tiene León a diez minutos andando.
En la tienda entran, tres madres con sus hijos recién nacidos. Una de ellas es extranjera. Son la radiografía de un municipio (el de Villaquilambre) en constante crecimiento. Los datos del Ayuntamiento, que difieren ligeramente de los de estadística, apuntan que en Villaobispo de las Regueras viven ahora 3.670 personas que reflejan una pirámide de población municipal «con un crecimiento de la población espectacular» y que hacen que éste sea el municipio con mayor crecimiento de España, duplicando la población en una década. «La característica fundamental de la pirámide de población se refleja en la base de la misma, ya que está formada por la franja de edad de 25 a 45 años, siendo la población productiva la que mayor peso tiene», recoge la página consistorial.

(Fuente: retales de Diario de León/12.03.2007)


Aplicar el cuento:

Ese pueblo "mal podría ser": San Miguel de Escalada, o La Seca. Ayer mismo, mi suegra me decía que cada noche, en la cama, se pasa un rato mirando las musarañas, y contando los vecinos de su pueblo. "Y cada semana, chacho, me van saliendo menos. Ahora ya no llego a las sesenta almas. Y además, todos viejos".

Si no hacemos algo, - ¡y pronto! -, se nos mueren los pueblos. Y hay en todo esto una realidad más cruel: se nos mueren hasta los cementerios. De antaño, el pueblo era nuestra raiz, nuestro recuerdo, nuestro suspiro, y el sueño del descanso con los nuestros. Todos nacíamos en la casa raiz; llenábamos la vida con la vida de los nuestros; suspirábamos por volver; y soñábamos con quedarnos dormidos en nuestro cementerio. Ahora, los niños nacen en paritorios blancos y estériles; no saben por donde corren las raices de los árboles... ni los perros; no se desviven por regresar al alfa de las cosas; no ansian corretear por las calles y los campos, ni dormir la siesta... En los pueblos, no hay niños, siquiera.

Alternativas:

"Una persona podría residir aquí sin necesidad de salir para nada".

El pueblo necesita tienda de alimentación, consultorio médico, farmacia, banco de perras, bar, quiosco, escuela, salón de cultura... Y árboles, vidas viejas y nuevas, remitentes de recuerdos, anzuelos de añoranzas, y tierra leve.

Es una utopía, claro; pero el pueblo podría seguir siendo lo que era antes. A cambio de pocas cosas:

- casas familiares abiertas, restauradas, con el humero prendido,

- abuelos arraigados, brazos jóvenes agarrados al futuro, niños corriendo,

- comedores comunitarios, asistencias básicas comunes resueltas, consultorios, tele-clubs repletos,

- bancos, bancos, bancos... de forja, de madera, de tablones, de adobe... (de perras,¡nada!, nada de bancos de perras...)

- casa de culturas, huertos de agricultura, lógicos árboles genealógicos sin truncar,

- una iglesia pequeña, una ermita con campanil, una torre con campanas y con cigüeñas,

- y un cementerio, alto, blanco, coqueto... con tierra leve.

¡No es una utopía, claro!; un buen gobernante puede ser Tomás Moro... Y planes hay; y puede haber proyectos; y puede haber esperanza, si todos queremos.

(Si alguno de vosotros está interesado en este sueño, que me escriba...)

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