LA CENICIENTA

 NO SE PUEDE PROHIBIR CANTAR A CENIICIENTA...

(Una historia de cuento con moraleja)




Hay en León una empresa que coordina y ofrece los trabajos más menospreciados , e incluso despreciados, de la limpieza de todo tipo de casas y establecimientos privados y públicos, que se llama CENICIENTA.
La historia que vamos a contar no va con ninguna de sus "cenicientas" laboriosas y honradas (de esta empresa y de otras). Va más bien (habría que decir que ¡más mal!), contra personas y personajes que como en el cuento de Charles Perrault se dan importancia inmerecida... Y que al parecer siguen existiendo entre nosotros más de lo deseable.






Les cuento:
Cada mañana anda por nuestra puerta, nuestros ascensor, nuestra escalera y nuestro descanso en cada piso una Cenicienta (que no es de la citada empresa, quede claro), limpiando nuestras suciedades, y poniendo una alegría matinal con sus canciones. Cosa esta poco habitual en estos tiempos, porque decía mi abuela que "la que canta, los males espanta"; y es una hermosa ocurrencia que muchos agradecemos y aplaudimos...
Pero parece que en nuestro entorno de diario, y de barrio modesto, existen algunos personajes engreídos que se sienten molestos por personas o cosas injustificadamente marginadas. Molestos y molestados; pues han puesto una denuncia en la Comunidad porque la Cenicienta de nuestro edificio canta y canturrea en sus puertas. Algo increíble, pero lamentable. Pero ¡hay gente pa tó!
Pues, lo dicho: NO SE PUEDE PROHIBIR CANTAR A CENICIENTA. ¡Por Dios! ¡Por Dios!...
Que lo sepan todos esos, los cenizos.

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