¿Es la Poesía una yegua sin bocado?
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¿Es la Poesía una yegua sin bocado?
“no impongas un freno a mi locura”
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sin jinete,
o un jinete sin montura.
Es un potrillo,
o un corcel – negro caballo en lucha -,
o una ”besta” con las crines rapadas,
que baja, en una fiesta,
de los montes de los dioses a los curros
de los hombres.
Puede ser un caballo hispano-árabe,
o un asturcón de pura raza.
A veces la Poesía es un aborto,
soñado y roto,
que nos cura y nos amarga.
La Poesía es un bocado:
comida del alma que cabe en la boca de una vez;
herida que nos hacemos
con los dientes;
bocado de Adán que, como una nuez,
nos atasca la garganta;
bocado sin hueso: todo bien, nada mal; todo provecho,
sin desperdicio;
buen bocado, que canta la excelencia;
caro bocado: bocatta di Carninale;
La Poesía es comer deprisa
de un bocado – o de dos;
comer al otro a bocados;
y seguir caminando aprisa con el bocado en la boca.
La Poesía es tomar poco de comer del otro;
pero lo suficiente para seguir viviendo;
y dar de comer al hambriento por caridad;
pero sin ficticia conmiseración.
La Poesía es inmensa:
no puedes decir que no hay para un bocado,
y que la comida sea escasa.
No puedes decir a la Poesía: “No probaré bocado”,
pues no serás nunca potro de primer bocado,
ni de segundo, ni de tercero.
Pero la Poesía no es un potro:
artefacto para atar a las bestias, para herrarlas y curarlas;
ni hoyo de colmenero; ni atroz aparato de tortura
y de disloque;
ni siquiera sillón de las parturientas para el alumbramiento.
La Poesía no es ave, ni caballo,
ni mito, ni fantasma…
aunque se disfrace de Pegaso.
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