LOS TRES ALTARES DE ESCALADA Y SUS INSCRIPCIONES

 LOS TRES ALTARES DE ESCALADA Y SUS INSCRIPCIONES

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1.- El primero de los altares, el que se localiza en el lado del evangelio (izquierda) lleva el siguiente texto :
“+ Hic sunt reliquie conditur sancte Marine et Sancte Cecilie et Sancti Aciscli et sancti Cristofori et sancte Colombe”.




Santa Marina según la leyenda; nació en Pontevedra, Galicia, hacia el año 119; de un parto múltiple de nueve niños; su madre atemorizada por este acontecimiento y temiendo que su marido la acuse de adulterio; llamó a su criada Sila y le ordenó que las ahogara en el río Miño. Pero Sila, cristiana, decide dejarlas en la puerta de distintos vecinos, estos las adoptan y las bautizan en la fe cristiana.
San Acisclo fue el primer mártir de la ciudad de Córdoba, junto a su hermana Victoria y por ello actualmente, son los patrones de esta ciudad. Fueron mártires de la primera persecución que afectó a la ciudad de Córdoba, bajo el dominio del emperador Septimio Severo y Dión como pretor, quién por decreto del 202, ordenó la muerte de los seguidores cristianos
A Santa Cecilia suelen presentarla como perteneciente a una familia ilustre, de la nobleza romana, del linaje de los Cecilios, aunque no hay datos fidedignos al respecto. Dicen que se quedó huérfana desde pequeña, que la instruyó en la fe el obispo Urbano y que se bautizó a los trece años. Destacaba santa Cecilia por su gran generosidad, que demostraba con las colas de pobres que se acercaban a la puerta de su casa, en la Vía Apia, donde siempre había un plato de sopa caliente y unas limosnas. Y aún son más las alabanzas a la santa cuando se explayan en poner de relieve la radicalidad de su fe, hasta el punto de formular en su temprana edad un voto de castidad que puso bajo la custodia de su Ángel. Sin embargo, fue obligada a contraer matrimonio con Valeriano y fue en la misma noche de bodas, después de las capitulaciones matrimoniales, cuando manifestó a su esposo el voto de virginidad que había hecho. Valeriano – mucho debía amarla – no se sintió defraudado por tal planteamiento y aceptó de buen grado. Sin embargo, su fe cristiana la llevó a ser condenada a muerte por decapitación, probablemente en tiempos de Marco Aurelio, sin que los primeros golpes de hacha sobre su cuello le llegaran a hacer daño.
San Cristoforo o Cristobal: San Cristóforo vivió en el siglo tercero, en los tiempos de la persecución cristiana por el emperador Decio (249 —251). Era de gran estatura, bello y estaba dotado de una fuerza extraordinaria. Siendo él, aún pagano, acusaba a los perseguidores de los cristianos. Decio, al enterarse de que San Cristóforo, poseía una gran fuerza, mandó a sus soldados que lo trajeran ante él. En estos momentos San Cristóforo ya creía en Jesucristo, pero todavía no se había bautizado. En el camino hacia la visita al emperador su bastón seco había florecido en sus manos. A continuación, por sus oraciones se multiplicaron los panes, los que no alcanzaban a los peregrinos. Los soldados estaban asombrados por los milagros, creyeron en Jesucristo y junto a Cristóforo tomaron el bautismo del obispo Babillas de Antioquía. Al enterarse él Emperador de que Cristóforo tomó la fe cristiana, decidió, persuadirlo para que renuncie a Jesucristo. Encargó a dos mujeres Callinica y Aquilina para que lo tentaran. Pero a cambio de ello, Cristóforo, convirtió a estas mujeres a la fe de Cristo, por lo que ellas fueron sometidas a tormentos y se convirtieron en mártires. Los soldados que trajeron a Cristóforo y que se bautizaron, fueron decapitados. Después de ello, a Cristóforo, lo arrojaron en un ardiente recipiente de cobre y finalmente, lo decapitaron.
Santa Columba vivió en Córdoba bajo el dominio musulmán, durante el siglo IX. Según la leyenda, Santa Columba de Córdoba fue decapitada por los musulmanes en el monasterio de Tabanos en 853, y su cuerpo arrojado al Guadalquivir mutilado.
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2.- En el altar central leemos:
“+ Hic sunt reliquie recondite, id sunt de Cruore Domini, de ligno Domini, de sepulcro Domini, Sancte Marie, Sanctorum Petri et Pauli, Sancti Andre apostoli, Sancti Tome apostoli, sancti Adriani, sancti Iuliani, sanctorum Cosme et Damiani. Sancti Iacobi apostoli frater sancti Ioannis”.



ESTE SEGUNDO ALTAR, nos ofrece la mayor lista de reliquias. En primer lugar tres ligadas a la figura de Cristo. Son: su sangre, un fragmento de su cruz y otro de su sepulcro. En segundo lugar las reliquias de la virgen María, su figura y las reliquias por aproximación a ella son las más veneradas en los pueblos de la reconquista. Tras ellos, encontramos reliquias de algunos apóstoles, San Pedro y San Pablo, San Andrés, Santo Tomás y por último concluyendo con el inventarium las de Santiago el mayor, el hermano de San Juan evangelista.
Junto a ellas, las de un abad y un obispo, San Adrián y San Julián. San Andrián nacido en África, era Abad de Nérida, cerca de Nápoles, cuñado el Papa San Vitaliano, que a la muerte del arzobispo de Canterbury, le escogió para sustituirle. También en esta ara encontramos mártires, en este caso San Cosme y san Damián, eran, estos, dos hermanos gemelos que nacieron en Asia Menor en el siglo III, en Egea. Allí inspirados por el Espíritu Santo eran capaces de curar cualquier dolencia y jamás cobraban por ello, al considerarlo don divino. Enterado el procónsul Lisias les mandó llamar y profesar culto a los ídolos, San Cosme y San Damián se negaron y por ello fueron torturados con piedras y flechas que no conseguían herirlos, hasta que finalmente fueron decapitados.
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3.- Por último, en el que se localiza en el lado de la epístola se esculpió el siguiente mensaje
“+ Hoc in altare sunt reliquie sancti Emiliani presbiteri, sancti Bartolomei apostoli, sancti Stefani levite, sancti Martini episcopi”.



Este tercer altar cuenta con cuatro nuevas reliquias las de San San Emiliano (de la Cogolla) cuya vida nos la relata otro monje, Braulio, que después sería obispo de Zaragoza juventud pastor de ovejas. Decidió dedicarse a la vida contemplativa, por lo que pasó a ser uno de los discípulos.
También en esta ara se incluyeron reliquias de apóstoles las de San Bartolomé y San Esteban levita. Y para finalizar las de un obispo San Martín desconocemos si se trata del famoso obispo de Tours que repartió su sayo con el mendigo, allá por el siglo IV o por el contrario es el más cercano San Martín de Dumio, también santo obispo de Braga en el siglo VI.

Nota:
(Apuntes extractados de un trabajo en la Revista PROGRESSUS, por Natalia Rodríguez Suárez, para la Universidad de Siena, Italia/2015)

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