"ADIOS RÍOS, ADIOS FONTES..." - ADIOS MONTES.

Los falsos "sembradores de energía". 

 CUANDO ACABEN CON LOS MONTES, ¿QUÉ SEMBRAREMOS?

Si mi abuelo levantara la cabeza. Y si la levantaran mis bisabuelos, que al parecer tenían mejor sentada la cabeza... (O asentada, digo).
1.- Los montes eran esenciales, ricos, frondosos y fructíferos en mi tierra, llamada DEL CONCEJO DE ALBA, allá por el siglo XVIII. Y eran reconocidos como tales por los Gobiernos. Hubo ya una Dirección Genera de Montes entre 1833 y 1842. En 1855 se denominó Junta Consultiva de Montes, que luego fue Consejo Forestal de Montes, Dirección General en 1928.




Más tarde, en 1967 sería Consejo Superior Agrario. Para acabar en el ICONA (Instituto para la Conservación de la Naturaleza entre 1971 y 1995.
La importancia de los montes residía en su extraordinaria riqueza común: bosques, tierras de labores del cereal de secano, vida salvaje, caza, pesca, explotaciones apícolas... paisajes hermosos para el alimento del espíritu y los ojos.
Todos esos nombres de los organismos oficiales relacionados con los montes tenían "su aquel", y sus gestiones eran acordes con una filosofía - y práctica - de respeto esencial del medio. Esenciales para el pueblo y los habitantes.
Recuerdo que el gestor más próximo del ICONA era un Señor Ingeniero de Montes, que recorría los pueblos y todas sus tierras a diario, con la asistencia de los alcaldes pedáneos respectivos, en turno riguroso. Para buscar las mejores acciones protectoras, conservadoras, innovadoras. Y todo ello de común acuerdo con los pueblos.
2.- Mas tarde se fueron perdiendo estas buenas premisas. Y lo General se fue desagregando en Secretarías, en Consejerías intermedias, cada una por su cuenta; y dejando de pisar los suelos físicos de los pueblos y de sus montes. Y así nos fue. Y así nos sigue siendo. Si se repasan ahora los organismos oficiales se observa una lamentable cascada de incompetentes.
Por eso, y por otras razones, mi abuelo dejó de sembrar trigo en Valdeponjos, de cortar la leña en la Cotada del Valle de la Huerga, allá por el Tendichón; mi padre se fue a trabajar a las minas de Ciñera; las abejas no encontraron aquellos rediles preparados para albergar sus truébanos en los montes de urces, cerca de los arroyos.
Tan sólo resistió la belleza natural de lo salvaje que siempre guarda la Naturaleza.

Y por eso vino, a principios del siglo XXI, un joven Ingeniero de Montes (sin montes y sin trabajo) a marcar por estas tierras una ruta natural en bicicleta. Debe ser el signo, y el sino, de los tiempos. Y es, sin duda, por culpa de los hombres.
3.- En este siglo, que sigue avanzando entre todo tipo de pandemias (sanitarias, sociales, políticas, de pérdida de valores...), nos llevan hacia un final con poco retorno posible. Todo es explotación puntual, rentabilidad calculada y calculadora, predominio de la egoísta idolatría del dinero y los mercados.
Y encima nos engañan. Nos dicen que están sembrando energías renovables , para un futuro renovable. Cuando lo único que les interesa a los mercaderes es su beneficio rápido. Y el que venga detrás que corra, y se las apañe como pueda.
Necesitamos una humanidad renovada, y renovable. Y yo diría "renoble": que regrese a la nobleza verdadera, en feliz comunión con la Naturaleza.
agf

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