¿HABEMUS ÁGAPEM?

 



¿HABEMUS ÁGAPEM?

En estos tiempos de pandemia, de curvas en diente de sierra, de subidas y bajadas, voy a pedir el Ministro de Sanidad , auto apodado "el Illa -llegado", que nos dicte un decreto para estas Navidades:
"Las celebraciones de estas Fiestas quedan reducidas
a unos pocos "ágapes": frugales, entre pocos."
Ya lo saben.
Pero no se confundan. "Ágape" no es una francachela: reunión de muchos para comer, beber y divertirse sin moderación, como si se acabara el mundo la segunda semana de enero. Eso se llama "juerga". Y los juerguistas pueden tener el fin del mundo antes de esa fecha.
Los latinos tardíos, y los griegos, sabían bien que "ágape" puede ser una comida fraternal, con cierto sentido religioso. Pero lo que realmente es "es la demostración del afecto y del amor, de la benevolencia, de la caridad" y hasta de la limosna. Y es un convite de amistad entre "allegados" (en su sentido más íntimo). Así deberíamos tomarlo.
Yo pediría al Ministro un segundo Decreto Ley, coercitivo, en estos términos:
"No se permitirán que los "agapetos" campen a su
antojo. Serán condenados (como fueron condenados
por los primeros Concilios y los Santos Padres de la
Iglesia de los cristianos), los que con el pretexto de la
piedad y de la caridad vivan en estos días desaforados
"ágapes"; aunque no vayan con mujeres (y hombres) de
poca honestidad."
No me sean ustedes "agapetos".
Felices Fiestas. Y haya Paz... y después Gloria.


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