Canóniga Vieja


borrador de Cástor González Álvarez



el artista Cástor González Álvarez, detrás del caballete 

La vieja ciudad de León tiene infinidad de calles evocadoras y de gran carácter,
tales como la de Matasiete, Malecín. Travesía de Santa Cruz, Travesía de Don Gutierre, Canóniga Vieja, Corral de San Guisan, plazas de San Froilán y del Vizconde. Barrio de Santa Marina y San Martín...

La antigua calle Canóniga Vieja era una calle estrecha y solitaria, paralela a la muralla romana, casi toda ella residencia de canónigos de la Catedral cercana. . Este calle es como un barrio dormitorio de los canónigos más pobres. Los más influyentes tenían casas mejor situadas, alrededor de la Catedral, y hasta fincas propias más allá de las eras de Santana, en las huertas de los chantres, que eran los Canónigos de las iglesias catedrales a cuyo cargo estaba antiguamente la dirección del canto en el coro. Algunas de estas casas de la calle Canóniga Vieja fueron tiradas para levantar el Colegio de las monjas Carmelitas

A finales del siglo XVI y principios del XVII, esta calle, - y muchas otras cabe de la Catedral -,  era escondrijo de jugadores, a lo largo de sus zaguanes, sus bodegas y sus casas de mujeres disolutas. Una noche un tal Fructuoso, padre de Rosento Benavides, que superó a su padre en disoluto,  se dirigía hacía el barrio de Santa Marina, al pasar por la Plaza de Nuestra Señora de Regla, ya doblada un poco la esquina, Fructuoso tuvo un sobresalto. Le pareció oír revuelos y pasos de fuga por el lado norte de la catedral. Pensaba tirar por el lado del claustro de la catedral, entonces abierto, y seguir la calle de La Canóniga Vieja. Pero de repente torció más a su izquierda para ir a dar a San Pelayo. No creía en sobras ni consejas pero los imaginados pasos de fuga no dejaron de ponerle algún reparo. Los sobresaltos y contratiempos ellos solos se vienen, no hay porque ir a buscarlos. Fructuoso había contraído el vicio del juego. Jugaba dinero y hasta promesas. Lo peor era que Presento, su amigo del barrio de Santa Marina, andaba por las mismas. “Y de la misma edad que son, de las mismas mañas, y de parecidas posiciones y haberes, pues tu me dirás…” Este susurro lo sabían ya hasta los cubos de la muralla, los pórticos de la catedral y los zaguanes de San Martín y Palat de Rey.

Por esta misma calle, años más tarde, daría sus correrías el Genarín del siglo XX. Todavía se celebra el día de jueves santo, llegando a la esquina del convento de las carbajalas, por la calle Canóniga Vieja (Cardenal Landázuri), para leer la poesía que hace referencia a la particular "Magdalena" (puta), la Moncha.

Tuvo también esta vieja calle una tradición semanasantera y nazarena, como se reseña en algunos versos parecidos a estos:

Lo revive el murallón
del barrio de la nobleza,
la plazuela del Vizconde
y la Canóniga vieja,
donde las monjas Descalzas,
en rezos de penitencia,
ponen pavor en la noche
con sus letanías tétricas.
¡ Convento de las Clarisas,
de tradición nazarena !


El cambio de nombre, y su santificación, le vino en 1964. En este año el Cardenal Landazuri  decía la misa y el pueblo también escuchó con fervor digno de un Congreso Eucarístico su discurso desde el balcón del Palacio de los Guzmanes.
Se hizo patria leonesa con el nombramiento de copatronos del congreso, además de a San Isidoro, a Santo Toribio de Mogrovejo (primer Obispo de Lima y por eso el Papa, digo yo, envió a León al Cardenal Landázuri, Obispo de Lima), a Santo Martino de León y a San Juan de Sahagún.
En el inicio del Congreso se bendijo la nueva iglesia de Jesús Divino Obrero en la que, en el atrio, están adosados los mosaicos con las caras de los apóstoles, obra del Padre Iturgáiz.
En la inauguración del Congreso, 4 de Julio de 1964, celebrada en la Catedral, también participó la Escolanía de la Virgen del Camino junto a la Capilla de la Catedral y la Schola Cantorum del Seminario.
Ahora sigue en León la calle que lleva el nombre del Cardenal Landázuri, que desemboca en la plaza de la Catedral.







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