¡¡¡Y una mierda!!!

Tenemos - y sufrimos -  a "un político" en estos días, que ha perdido la cordura. Y sobre todo la medida, más admisible y soportable, de tomarnos a los ciudadanos por idiotas. 

Se inventa, y se cree, sus dogmas sobrevenidos, que nos va suministrando pastillita a pastillita, encapsulados en reales decretos, o en supositorios embadurnados de suaves y heterogéneos ungüentos de vaselina.

Se siente - y se cree - un moisés que sube a su Sinaí, y baja echando fuego por sus sienes, y estrellando sus tablas de la ley contra todas las idolatrías de los sumisos ciudadanos.

Se siente - y se cree - filósofo, crítico, guía social y espiritual, e incluso teólogo de una especial liberación, que recomienda a todas horas a los pobres descarriados de este país. 

El último dogma, que él mismo dice que es pauta personal de su propia vida, es muy escueto, y dice así:

     "LA VERDAD ES LA REALIDAD".

Con unas enormes letras mayúsculas.

Si aceptamos su dogma y creemos ciegamente en él, nos promete un "cielo inimaginable". A elegir. Para unos más pleno de felicidad que para otros; porque hay muchos otros que, al ser - o haber sido incrédulos y malvados - tienen que pasar primero por un purgatorio o por un limbo. Cosas de la fe. Y cosas de los premios y los castigos.

Ese es su dogma. Y la salvación que nos promete depende de que le demos ciegamente el SÍ.

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 Deberíamos dar un repaso a este sencillo pensamiento filosófico, moral y ético, que va a continuación, para darnos cuenta de la falta de razón del político y su charlatanería, y olvidarnos de su tomadura de pelo y de querer vendernos este peine para calvos.

                 Pasen y lean:  

  El postulado de la silla

(Reflexión filosófica - y de sentido común - de Sebastián Parra Zurita, Chile)

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