GERUSÍA
GERUSÍA
A propósito: ¿Por qué no aprovechar la sabiduría y la experiencia de los mayores?
2.- "Decíamos ayer...":
Recuperamos este post del 15 de marzo de 2018,
que nos viene hoy como anillo al dedo...
(1)
Senado, gerontocracia, gerusía:
El próximo
sábado deberían ser escuchadas en las calles de nuestras ciudades la voz y la
experiencia de nuestros “ancianos”; y no sólo sus gritos de protesta, tan
merecedores de ser atendidos en todo caso.
Nos han
contado que la República de Roma fue un ejemplo de buen gobierno democrático, y
lo basan en el modelo del Senado como “asamblea de ancianos”. Pero no fue para tanto. Los senadores (aunque
viejos) eran elegidos (o puestos a dedo) por los cónsules, o los censores; pero
no por el pueblo.
En la Grecia
que llamamos “cuna de la Democracia” tenía mucho predicamento la “gerontocracia”;
es decir: el “gobierno de los ancianos”: valorando la experiencia en los
mandatarios. Pero todos sabemos que también los griegos patinaron.
Yo creo que
hubo una experiencia más honesta y más democrática en la antigua Esparta. Ellos
patentaron, y practicaron, la “gerusía”.
Se trataba
de una asamblea de 28 ancianos, mayores de 60 años, que compartían el gobierno
con dos reyes (dos). Esta asamblea tenía primordialmente funciones
legislativas; pero también de preparación de proyectos y su desarrollo, que
sometían a la aprobación de la “asamblea popular”. Sus consejos y dictámenes tenían potestad
sobre los propios reyes. Y toda su labor estaba supeditada al “buen gobierno”,
por y para el bien de los ciudadanos. Era la denominada “eunomía”, que
descansaba en tres valores fundamentales:
1.-
obediencia ¡de todos! a las leyes.
2.- predominio
de la idea del honor, donde lo individual se somete a lo comunitario; eso es el
honor.
3.-
obligación de llegar hasta la muerte en defensa de la comunidad; eso es el
mayor honor.
En estos
tiempos convulsos y faltos de valores, deberíamos volver al pensamiento de los
clásicos, y a sus buenas prácticas democráticas, verdaderamente democráticas.
El próximo sábado deberían ser
escuchadas en las calles de nuestras ciudades la voz y la experiencia de
nuestros “ancianos”, y no sólo sus gritos de protesta, tan merecedores de ser
atendidos en todo caso.
Pero si no
somos capaces de propiciar una “eunomía” que se apoye en la “gerusía”
espartana, no vamos a resolver nada de nada.
Debemos
cambiar el actual “sistema de desgobierno” que nos sobrepasa. Y para ello nos
sobran los cónsules, los censores, y los nuevos predicadores de las falsas
asambleas populares.
Se necesita
con urgencia un nuevo sistema democrático, verdaderamente democrático. Que
“bien gobierne” en todas las esferas: legislativas, sociales, económicas,
educativas, culturales… Y para todo eso, los “experimentados ancianos” son
necesarios e imprescindibles, en todos los sentidos.
Esta mal
llamada sociedad del bienestar podría ser una realidad beneficiosa para todos,
si fuéramos capaces de sustituir esos “cónsules” y “censores” impuestos que soportamos;
y cambiarlos por los sanos miembros sociales (nuestros mayores), que nos han
sabido traer hasta aquí superando otros tiempos mucho más difíciles que los
actuales. Ellos, ahora pensionistas olvidados, menospreciados, “retirados” (adrede
por nuestros mandatarios) de la vida social que ellos mismos nos propiciaron
con sus esfuerzos…; ellos, digo, podrían – y deberían – ser aprovechados para
salir de este agujero negro que no nos merecemos; y mucho menos ellos.
Los
“desgobiernos” actuales – y no sólo actuales, pues esto viene de muy lejos –
podrían enderezarse con la experiencia y la honradez de nuestros mayores,
frente a la mala gestión de bienes, riquezas y valores que nos atosiga por
todas partes: legislación, justicia, economía, educación, cultura, convivencia…
Y, de paso,
reconoceríamos merecidamente, todo lo que debemos a nuestros “ancianos”, y les
devolveríamos algo a cambio.
© agf
Nota (1):
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