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Triste placer del clero que no quiere
Darnos el sí, que sin duda merecemos;
Es hermosa la Virgen a nuestros ojos
fieles
Y nuestra paciencia infinita lo
requiere.
Rezar es ofrecer; y eso hacemos
- Desde hace más de seis años - a los
curas infieles.
Hermosa Virgen es, exacta a como la hicieron los franceses;
Y más bella aún, pues le curamos los
reveses
Del tiempo, la desidia, los descuidos,
Los abandonos y los olvidos sucedidos.
Así lo reconocen los expertos
Si la admiran con ojos bien abiertos.
Aunque el solar es nuestro,
Y nuestro el patrimonio,
Se lo apuntan para sí clérigos del
demonio
En menos de lo que se reza un
padrenuestro.
El aliento lo pone quien lo pone…
- ¡Y no vengan con más razones sin
razones! -.
Llenos están a rebosar los nuestros corazones,
Y vacíos de razón los del clero que
indispone.
¡Santa María de Escalada: ora pro
nobis!
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