nadie es capaz de levantar un dedo teniendo en la mano un manzana...

 

Plinius Secundus (el Viejo)

CORREGIR
Hoy he ido a la papelería que tenemos abajo en nuestra calle, a comprar una batería de bolígrafos. Todos de tinta roja.
Me he propuesto - ahora que tengo más tiempo que ganas - dedicarme a corregir algunas cosas de las que llevo escritas: poemas, relatos, crónicas, pensamientos... Reconozco que esto va a ser muy duro.
Todavía no sé cómo voy a adaptar estos bolígrafos correctores a mis trabajos, pues todos los he escrito, y archivado, en el ordenador; algunos en la tablet, y unos pocos en la pantalla de mi móvil. Pero lo que si tengo claro es que los corregiré en rojo. Como son míos propios, no hago caso a esas críticas de ahora que señalan que "corregir en rojo" puede ser desmotivador, y hasta descorazonador incluso. No me tengo miedo.
Corregir supone enderezar, poner en derecho, dirigir rectamente. También conlleva temperar: combinar, disponer. Y lo que va resultarme más difícil: moderar, mesurar; y sujetar a regla. Es decir: arreglar (si algo de esto mío tiene arreglo).
Se dice que los latinos, sabios y eruditos, para corregir levantaban un dedo y miraban a aquel al que querían poner en su sitio.
Plinio (Plinuis Secundus), un romano muy audaz y muy tozudo,
(pues por ser eso: demasiado osado y cabezón, murió con 56 años al querer ver más de cerca las más fenomenales erupciones del Vesubio), para corregir a un interlocutor que pretendía hacer eso mismo con él, le puso en la mano una manzana, y le dijo:
- No me corrijas, pues "nadie es capaz de levantar un dedo teniendo en la mano una manzana".
Pues, eso: "¡Manzanas traigo!" ... pero están verdes.



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