"Salvador Negro se aproxima por mi izquierda, intercambiamos afectos, palabras, ¿quién me dijo que la luz se deshace en las formas? con sus palabras doy un paso hacia adelante, la calma se posa en mí, como esa hoja que el suelo no espera."
Estelas sobre el sentir:
“Dios entre
pucheros” y “Ánimula, vagula, blandula”
Primero fue el abrazo, luego las palabras. Dónde se talla lo místico en la piedra, dónde el reflejo de la línea se acomoda entre la voz y nos hace a todos círculo o gesto. No lo sé. Tal vez la poesía nos enlaza a través del éter invisible que nos contempla.
Tres de Julio de 2015, en León está ya “Dios entre pucheros”.
Alfredo García llega
con un alma tumbada hacia arriba y a las manos les sale un cielo. Allí sonrío. Octavio
Fernández, que me creía más bajita, me hace crecer con cada poema, como cuando
cae lluvia sobre un terreno sembrado de trigo. Aprendo, disfruto, admiro. Le
cuento el secreto: llevo tacones, pero en realidad, algo en mí se ha hecho más
grande, quizá la escucha, el anhelo de saber el misterio. Hoy en sus versos:
“Desflorando la rosa de los tiempos / el antes y el después son imprecisos”, se
queda mi mirada, en esa imprecisión temporal, deshaciendo pétalos, perdida,
pensando.
Al piano, Giuseppe Devastato, pulsa las teclas, como la vida pone los pies dentro de un mar, allí, dejo nadar el pensamiento, los sentimientos se sumergen.
La fuerza; trae tanta consigo Alfonso García, que hasta inventa la lluvia. De un poema suyo que en este momento leo: “La palabra es una forma de salvarnos / Escríbase / sobre el ala de los chambergos de los tangueros tristes” Escríbase, escribámonos, pienso.
Y es que,
“para recoger un rostro del suelo, no hace falta agachar la esperanza...”,
finalizo y acudo al reencuentro del abrazo de Jota de la Rosa, que siempre
está, del lado de la Belleza.
Cuatro de Julio de 2015, llega el esperado día: “Ánimula, vagula, blandula”,
entro en
San Miguel de Escalada y hallo el blanco, entro en el silencio; personas ya
sentadas esperan. Salvador Negro se aproxima por mi izquierda, intercambiamos
afectos, palabras, ¿quién me dijo que la luz se deshace en las formas? con sus
palabras doy un paso hacia adelante, la calma se posa en mí, como esa hoja que
el suelo no espera.
¿acaso debo salir
después a interrumpir este misterio residual que queda sordo y enamorado de la
melodía para adherir palabras al eco silencioso de esos acordes?
Pero se acerca
otra voz: “Y este cuerpo mío / será, entretanto, / vagabundo, Blando, /
marchito, / rígido.../ abandonándome solo y desnudo.”, termina de leer y nos
emociona, Puri Sánchez, desde el “almina” de Alfredo García, y sin saber quién
comienza de los cuatro, éste dice: “Begoña Abad”, y la emoción descalza los
rostros, al menos el mío. Octavio pregunta: ¿tengo tiempo para alguno más?
pienso, ojalá el tiempo no detenga nunca, ningún poema de este poeta.
Es mi turno, me abre la puerta Alfredo
con este regalo suyo entre las manos:
Entraré
descalza en tu morada.
Desnuda. Sin años en mi cuerpo. Como un niño. Como una
niña. Sin ruido en mis oídos.
Y con mis ojos, cansados del dolor, abiertos a la calma
de LO BELLO...
Aplausos, abrazos, nuevos amigos. El artista Vicente Jiménez me regala formas en tinta que se parecen a mí.
Regreso a casa, con miradas, que no
olvidaré nunca, pero en realidad, allí me quedo. “acaso lo que queda en la mano
al liberar a un pájaro
sea
un silencio de cielo”
MUCHAS GRACIAS, a todos los
que lo hicisteis posible.
(A.M. "ave roja")
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