La blasfemia no es sólo lo que dicen algunos.

Repetimos lo dicho en marzo de 2020...

Comparar maliciosamente las dos imágenes de Santa María de Escalada 
(la original, deteriorada, con la recreación magnífica que hemos conseguido)
 es una "blasfemia" imperdonable.

UN MAL PLANTEAMIENTO PERIODÍSTICO 
ES QUERER COMPARAR LAS DOS IMÁGENES DE LA VIRGEN:
- una la que está actualmente en el Museo de León, en la situación en la que está por el paso de los años, de las inclemencias materiales. y también de tratamientos no demasiado acertados... (y eso hay que reconocerlo objetivamente)...
- y otra la acertada réplica del original del sigo XII, basándonos en reseñas, citas, estudios y documentos que han orientado al escultor José Ajenjo, en su trabajo entusiasta y meticuloso...

 - NO SE TRATA DE UN CONCURSO DE MODELOS, A VER CUAL ES MÁS BELLA... -







La blasfemia no es sólo lo que dicen algunos.

Después de leer esta noticia “subversiva” (?), nos asaltan muchas dudas y alguna certeza.

Empezamos recordando a Martín Patino, aquel cura que fue mano derecha (o izquierda, o las dos…) del Cardenal Enrique Tarancón. Ellos dos, considerados “blasfemos” de una época que muchos quisimos que fuera de transición, pero que se quedó agua de borrajas. Decía Martín Patino que “el Código Penal no está (no debería estar) para defender a Dios”.

Pero puestos hoy donde nos han puesto los tibios, vamos a ver qué es blasfemia. O qué puede ser.
Blasfemia es una ofensa o injuria de palabra (¿y de obra?) contra Dios, y/o su reputación. Y la reputación es el prestigio; pero el prestigio implica mérito, estima merecida. Y no muchos dioses han sido, y son, acreedores de tales reconocimientos. Y menos aún los hombres que se han endiosado a la sombra de su dios.

La historia de los hombres está llena de códigos y cánones, dictados a conveniencia de intereses de las clases dominantes, olvidando la justicia y la verdad. Simplemente para reprimir. Y los legisladores nos siguen reprimiendo. Y seguirán.

Algunos de los cánones intocables son los que castigan las blasfemias contra los ministros de los dioses. Aunque los ministros no merezcan ni la más mínima estima humana, y las supuestas blasfemias contra ellos no pasen de ser un reconocimiento de su objetiva y lamentable realidad.

En el siglo XIII, un ministro (obispo, por ejemplo) podía entender como blasfemia “escupir contra el cielo”. Y castigaba al blasfemo “a quedar en la parte afuera de la iglesia siete domingos seguidos mientras se celebraba dentro la misa mayor”.

Otros ministros consideraban blasfemia todo enfado con Dios. Sin reconocer que, según sus Escrituras, hasta Moisés se enfadó con Yavé. Y al mismo Jesús le acusaron de blasfemo (Juan 10,31-39), y quisieron apedrear algunos ministros “porque siendo hombre te haces Dios”. A lo que Cristo argumentó: …”ya dice La Ley: “Yo digo: “Dioses sois, porque a vosotros se dirige la Palabra de Dios”. … Pero tuvo que escapar por pies.

A algunos nos entran ganas de blasfemar cuando oímos a algún obispo o cura, porque nos incitan al enfado.

Luis García Montero dijo una vez que “la blasfemia es el carnaval llevado al lenguaje”. Aunque también los carnavales sufrieron los rigores de cánones recalcitrantes. Ahora creemos que hemos superado aquellas etapas de nuestra historia, pero no es seguro.

Actualmente estamos sufriendo los resultados de unos cánones, por lo menos no apropiados a nuestro tiempo de libertad, de justicia y de verdad. Algunos ministros nos tildan (de hecho, es decir: con su actuación restrictiva) de blasfemos indirectos “contra La Virgen”, y nos castigan – a nosotros y nuestra Virgen – a quedar fuera de la iglesia que Ella se merece. Y no por siete domingos seguidos, sino por años y años…

¡No eso una blasfemia más real, y más grande!

Invitamos a los canónicos ministros a que salgan de la Edad Media. Y que no “se enfaden” con Nuestra Virgen Santa María de Escalada, de este siglo XXI.

LEÓN,
01.03.2020



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