viernes


corto cortado de las cinco

viernes. son las cinco. en punto. la mujer, detrás de la barra, saluda con una sonrisa. "¿lo mismo?". el hombre asiente. al principio sin sonrisa. se desabotona la cazadora, y se acomoda en una silla, en su rincón preferido. mirando a la pulchra. hace frío. "más caliente que nunca", acaba por decir, sonriendo esta vez. "ya lo sabía", repite el eco de la mujer, que se acerca con el café cortado. cortado y corto... y humeante. y de sorpresa (que no es ya sorpresa) medio pastel de hojaldre, vestido de chocolate blanco, crujiente. como todos los viernes . "gracias", dice el hombre. los dos sonríen.
la mujer vuelve a pasar detrás del mostrador. no viene gente hoy. mira al hombre. él se deja mirar. disimula. la mujer, pensativa, peina su frente. imagina: "¡que hombre este!. todos los viernes viene". se pregunta: "¿irá de nuevo a su trabajo?, ¿hará tiempo esperando a su mujer que está en la peluquería?... y un etcétera que desecha de inmediato... "tú métete en tus cosas, anda", se regaña a sí misma.
dentro no hace frío. el sitio es acogedor. el ventanal es un mirador de lujo. la catedral está bella, bellísima. y fría, ¡qué importa!...
no sabe la mujer que el hombre viene por comerse medio pastel de hojaldre, chascar el blanco chocolate en láminas, cortar el café corto por un rato... y ver cómo sonríe. el viernes - cada viernes - tiene un cuarto de hora de misterio. a las cinco. en punto. no lo retrasan nunca.

(agf/viernes...2mil15)

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