aprendiendo a ser "conmutador de pera"



aprendiendo a ser "conmutador de pera"

El cuidador de ciertos enfermos ha de saber llegar a ser un buen "interruptor". Y eso quiere decir que no tiene que ser un interruptor cualquiera.
El común, es aquel que abre o cierra un circuito eléctrico; pero tratándose de la vida, y de la salud, no basta con interrumpir, es decir: detener la continuidad de una acción, aunque esta sea de corriente negativa, y por ello se lo merezca. No basta con hacer callar a la maldad, ni a sus consecuencias.

El cuidador ha de llegar a ser un "conmutador", capaz de hacer que la corriente cambie de dirección; ha de acertar en reponer una cosa por la otra; ha de sustituir castigos por otros menos graves; incluso, debe eliminarlos.


Ese "conmutador" no puede estar anclado en una pared, a distancia (ni lejana, ni cercana), lejos del enfermo. Ha de colgar de la misma cabecera de la cama; y dormir, casi escondido, debajo de la almohada.

El "conmutador" ha de ser manejable. Y más aún: mañoso; con una intrínseca habilidad que lo convierta en práctico. En resumidas cuentas, el cuidador ha de ser un "conmutador de pera", que quepa en una mano; que sea como una suave caricia entre los dedos.


El "conmutador de pera" funciona a palmadas; con sístoles y diástoles, en la palma de mano: Ha de dejar pasar la sangre que bombea el corazón. El corazón del cuidador es una pila durable, perdurable; con una carga que se distribuye desde la cabeza. Allí está el laberinto de todas las situaciones; allí está la mesa de control de todas las ordenes. Cuando el cerebro está en "on de cuidado", el cuerpo entero se dispara para la ayuda; y se olvidan todas las disculpas de malos funcionamientos posibles.

Pero, ¡¡¡ay, si el "conmutador de pera" se estropea!!!...

¡¡¡Dios no lo quiera!!!

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