buitres leonados cerca del Priorato


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La tarde del sábado invitaba al paseo por el monte. Cogimos el quad, para ir más rápidos. Cruzamos pueblo arriba, dejamos a la derecha la paz del Monasterio, y continuamos entre El Encinal y Val de Nuño, despacio, despacio. Cuando divisamos la cabecera del Valle del Truébano, vimos en el cielo varios pájaros grandes, haciendo círculos, con un planear a medias alborotado. Abajo, al borde del camino de Mellanzos, donde abundan las cárcabas, una verdadera manada de buitres daba grandes zancadas en el suelo, como riñendo entre sí. Seguro que habían encontrado alguna carroña entre la maleza; de algún bicho muerto o algún cadáver abandandonado...
Serían al menos ocho o diez. Nos dieron miedo. Y cogimos el sendero de la izquierda, que lleva de regreso al pueblo, por donde está el depósito del agua... 

En un segundo paseo, por los caminos del oeste, de Las Viñas, y del Pico de San Miguel, regresamos al camino de asfalto que viene de Mellanzos. Los buitres se habían ido marchando. Aúnque sobrevolaban varios en el cielo. Y a la vera del camino permanecía un buitre leonado gigante, vigilante. 
Paramos el quad, para no hacer ruido. Y nos fuimos acercando poco a poco, temerosos... ¡Qué enorme bestia! . Creo que el gran buitre llegaría a pesar unos 6 u 8 kilos. Tras unos momentos de una mezcla de miedo y atrevimiento, pusimos de nuevo en marcha la moto; y dimos un acelerón de ruido. Una embergadura inmensa se extendió sobre los robles desnudos de las cárcaba. Casi sin aletear, el gran buitre remontó el vuelo, y se perdió en el horizonte del oeste, contra el sol que se estaba empezando a recostar en Santa Olaja...




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