el teléfono de la esperanza

El teléfono de la esperanza
   
Marcó apresuradamente el número de teléfono que apenas acertó a leer en la arrugada servilleta de bar que tenía en su mano. Esperó tres tonos, como pitidos de una sirena, - de esa que tienen las máquinas cuando van marcha atrás -, y escuchó una voz metálica:
- "Está usted hablando con el teléfono de la esperanza..." -  Aguantó su inquietud. Llamaba por eso: por aprender la esperanza.
- "... Si es usted un hombre, diga sí; o  marque el uno. Si es usted una mujer, diga no; o marque el dos". - Marcó el uno en el teclado, quitando el altavoz de la oreja.
- "Si es usted casado, diga sí; o marque el uno..."  - Volvió a marcar el uno, como un relámpago.
- "Si ha discutido usted con su pareja, diga sí; o marque el uno. Si su pareja ha sido quien ha discutido con usted, diga no; o marque el dos". - Dejó que la voz maquinal terminara la frase, sorprendido. No sabía muy bien si la respuesta era un uno o un dos. Necesitaría poder poner una equis, como en las quinielas. Pero marcó el uno de nuevo. "Se supone que juego en casa", pensó. Y se le escapó una sonrisa burlona, mezclada con autolástima.
- "Si el motivo de la discusión se puede relacionar con los celos, diga sí; o marque el uno..." - Tenía el dedo pegado en la tecla del uno, casi antes de terminar la premisa, y la aporreó de nuevo. La voz del autómata iba a decir "Si su pareja...", pero no la dejó seguir.
- "Si cree usted  que sus celos son bien fundados, diga sí; o marque el uno". -  El hombre repitió la marca en el uno. "Pues claro!!!"- gritó, creyendo que la máquina le escuchaba. Y marcó la tecla del uno una vez más.
- "Si tiene pruebas ciertas y contrastadas de que su pareja le es infiel, diga sí; o marque el uno. Si sus sospechas pueden ser meramente enfermizas, diga no: o marque el dos". - Su mente (o su corazón) ya no era tan rápida. Notó un nublado en la cabeza; y por la frente le resbalaba una gota de sudor frío.
- "Su respuesta no es válida. Si desea contestar ahora correctamente, diga sí; o marque el uno"... - Marcó el uno.
- "Conteste a la pregunta, por favor" - El hombre estaba como ido. Quiso pensar rápidamente; pero no acertaba ni a equilibrar sus pensamientos...
- "Su respuestra no es válida. Si desea contestar ahora correctamente, diga sí; o marque el uno". - "Coño, sí" - gritó. Y marcó el uno de nuevo.
- "Conteste a la pregunta, por favor". - El hombre se quedó meditando. Quizás sus celos fueran realmente enfermizos. Quizás su pareja...
- "Su respuesta no es válida. Si desea contestar ahora correctamente, diga sí; o marque el uno. Si desea terminar la conversación aquí mismo, diga no: o marque el dos"...

El hombre estaba llorando. Sin prisa, cogió el teléfono entra las dos manos, y descargó sus dos dedos pulgares sobre la tecla del dos. En la pantalla se multiplicaron doses, doses, doses, doses... hasta agotarse. El hombre dejó de llorar. Habia re-encontrado la esperanza.
  
(agf/13.03.2mil12) 

Y se volvió a casa...



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