era de madrugada. me despertó un sueño intenso, cargado de esas finas realidades que somos incapaces de vivir si no es en los sueños. mi cabeza era un loco avispero. o mejor: una colmena plena de dulces abejas laboriosas. busqué el teclado de mi ordenador, y allí, mis dedos se volvieron locos. no pude sujetar mis manos, que iban y venían como las manos de un pianista virtuoso. mas, ay!!!, el traductor de la pantalla de mi computadora era incapaz de trasladar tanta locura, y (creía yo) tanta belleza. cambié de táctica, y agarré con mis manos temblorosas un boligrafo de tinta azul, e intenté que escupiera aquellla fiebre en la sábana blanca de un papel vacío. fracaso cruel: quince rebujos apretados acabaron en la papelera... todos fracasados.
mañana volverá a ser mañana...
mañana volverá a ser mañana...
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