jueves, 11 de noviembre de 2010

el cristo de carrizo






En el museo

El talento de un hombre 
dejó su firma 
en el colmillo de un elefante. 
Me mira Dios, 
con ojos de pez, enormes; 
y con barbas de Hammurabi. 
Suda negras vetas serenas,
de arriba
abajo.
Abre los brazos, cortos; 
y grandes, sus manos, 
me bendicen, inertes. 
Está firme, en el libro 
de la vida, 
descrucificado.
Es el Cristo de Carrizo
pequeñín, pequeñín... 
¡Me está mirando!

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