Wafare, lawfare y press wafare...
“Wafare, lawfare y press wafare...”
¡Lo que estamos aprendiendo!
Todas las guerras son sucias. Pero todo está consentido, aunque nunca permitido; por la ley. Y menos por la moral o la ética mínimamente humanas; y menos ciudadanas.
Ahora nos hacen comulgar con ruedas de molino; y nadie se atreve a decir que se atraganta. Los púlpitos en estos días son escaños, o salas de los ministerios, de los ministros que no tienen pelos en la lengua. Mientras más bocazas y lenguaraces, más caso les hacemos; o por lo menos lo demostramos cuando nos resignamos desde nuestra cabeza vacía y nuestra boca cerrada.
La “lawfare”, ahora tan de moda, es más vieja que la hoja de parra de Adán y Eva”- Nos dicen aquellos que hemos elegido para que nos cuiden y nos salven de tantos castigos divinos que sin duda nos merecemos por querer conocer la ciencia del bien y del mal. Y eso – nos dicen – no es cosa nuestra.
La “lawfare” es algo constitutivo en “nuestra avanzada sociedad democrática” (nótese la ironía), donde está asumida y generalizada “la guerra legal” dependiendo de quienes la ejerzan. Algunos la llaman guerra sucia de las leyes, o de los jueces, según interese en cada circunstancia.
Y también tenemos asumida, sumisamente asumida, lo que podemos denominar “press wafare”; es decir - mejor/peor aún – “guerras de prensa”.
Ambas – lawfare & press wafare – haberlas haylas. Como las meigas. Y nosotros obedientes y resignados. Hasta que el cuerpo aguante. El cuerpo social, y nuestro cuerpo físico maltratado.
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