
... Una plácida lluvia de sal o de mar
cae serena de los cabellos a los hombros
hacia el florido musgo de su pecho,
y dibuja un paisaje de salinas sobre tan bruñido cuerpo.
Ante aquel perfecto recorrido
rasgó el cielo en solitario vuelo la gaviota.
(Miguel Escanciano, 'Hylas',
1988 accésit en el Premio Seráfico de Poesía de Elda (Alicante).)
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