Claraboya


 
  


NO AMANECE


No amanece.
Pasan los días y no amanece.
Pasan las nubes sobre el mar
y no amanece.
Dijeron que el mundo caminaba hacia una luz,
que todo estaba en su sitio.
Dijeron que detrás de la noche vendría el alba
y detrás
el amor.
 Mas se alarga la noche y no amanece.
Trabajamos en la noche,
nos odiamos, caminamos
con los brazos en alto.
Despertamos en la noche y vemos sombras
de otras sombras que también caminan en la noche
y no amanece.
Despertamos con los puños cerrados
vamos bajando la voz cada vez más
cada vez más.
Cada día trabajamos en la noche
tropezando con los muertos y los ciegos,
recordando,
respirando esta noche pegajosa que nos ama
como a bellos esclavos.
Y no amanece.
Pasan las horas de la noche
y no viene el alba. Pasan las nubes
y no hay nadie entre nosotros
que se rompa el corazón para que pase la noche;
no hay nadie que se indigne
hasta cortar las raíces.

poema de José Antonio Llamas Fernández 

(Vidanes (León) 1941-     )


*** 
 
 Era 1968. Había en el gobierno franquista un ministro censor, que acaba de morir hace unos días (2012). Era ministro de la censura. No sé muy bien de qué ministerio. No sé muy bien qué ministerio hacía, digo. Pero era ministro de la censura. En París, los jóvenes habían roto en el cielo una inmensa claraboya. De reniegos de calor. Porque "por mayo era, por mayo, cuando aprieta la calor..."  En León, los discípulos renegados de Don Antonio habían abierto una claraboya en el cielo raso de las buhardillas del seminario. En el seminario había un semillero de renegados, que cultivaban "la maría", casi a escondidas. En aquellos tiempos la poesía era una asignatura que hoy podríamos llamar "maria". Como en estos tiempos , digo. Y estaba perseguida por los ministros de dios, y por los censores ministros.
¿Qué leyó entre líneas el ministro censor, para levantar de cuajo la atrevida claraboya de José Antonio, de Agustín, de Luis, de Ángel...? ¿Qué incendiarias ideas salían de las buhardillas del seminario, disimuladas en piropos de poetas?. No entiendo cómo este poema irrepetible de Llamas mereció tan gran castigo!!! 


(1)... (No es cierto que no lo entienda. Lo sé. Lo sabía entonces, aunque fuera un niño. Y hoy lo sé. Lo intuyo...


" no hay nadie que se indigne
hasta cortar las raíces"... 
                                                                           Hoy los indignados tampoco son radicales, ay.)
El ministro censor ha muerto. Y muchos lo celebran. Pero, no amanece aún. Sin embargo, José Antonio Llamas Fernández sigue vivo. Y coleando...

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(1): dicen que este poema fue el motivo, o la disculpa, para cerrar la revista literaria Claraboya.


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