COPLA DEL GOCHO DE LA TÍA BERNARDA

COPLA DEL GOCHO DE LA TÍA BERNARDA
Recogido por Escelita Fernández... de Quico, en Valdealiso)



Un ventinueve de abril
un perro se paseaba
desde su puerta a la plaza;
y al doblar de una esquina
vio que un gocho hozando estaba.
Y al verle, exclamó:
"¿Qué haces aquí, camarada,
pudiendo estar durmiendo,
a pierna suelta, teniendo
llena, llenita la panza?"
Y el gocho le contestó:
"Si tienes tiempo, 
siéntate aquí, y te cuento
mis desdichas y desgracias".
Y el perro dijo:
"Pues, me da igual
tumbarme aquí, 
que ir a tumbarme a la casa". 



Y el gocho empezó a contar:
"El ventitres de febrero
nací en cá la tía Eulalia;
de siete hermanos que fuimos
mamé la teta más mala.
Y al cumplir cuatro semanas
por justo un marevedí
me compró la tía Bernarda.
Me arrebujó en el mandil
y me llevó pa su casa.
(Si me pagó, allá ella se las traiga...)
El primer día... me daba leche,
y sopas de trigo con grasa. 
Yo decía para mí:
"Será día de mucho 
y víspera de nada".
Eso duró cuatro días;
pero el quinto, ¡Dios nos valga!,
sólo había para mí
cuatro corrigüelas duras
y un puñadito de malvas. 
Me metió en una cubil,
donde criaban las ranas,
y a los cuatro o cinco días
la tía me vino a ver
si gordo y lucido estaba.
Y al verme, exclamó:
"¡Virgen Santa, qué desgracia!
Este gocho, ni engorda
ni hace papada;
ni hace zaguera, ni ensancha.
Voy a coger un caldero
de lentejil; pa darle una calderada..."

Te aseguro que, a fe, perro,
tengo más días de ayuno
que años tiene Tierra Santa."



Y dijo el perro: "Bah!!!
eso son flores de pascua,
para lo que a mi me pasa.
El otro día fui a "lamber"
un plato que, al parecer,
tenía algo de grasa.
La criada, del agua
que estaba hirviendo
me tiró una calderada. 
Mírame cómo me puso
la cara toda pelada.
¡Ahora que no,
que ya me la pagó...
pues la mordí en una nalga,
y la saqué una correa
de cuatro cuartas de larga.
¡Allí quedó dando voces,
como el que perdió Granada!".

Perro y gocho, ambos los dos,
se despidieron:
¡Adiós, adiós; 
hasta mañana...
que aquí viene la criada!


(agf/30.03.2mil15)


Hay una poesía popular sencilla, que contaba y cantaba las cosas de "diario"; las labores y los afanes que ocupaban, - y preocupaban -  la vida de las gentes llanas de los pueblos. Y que alegraban, a su modo, sus trasiegos cotidianos. 
 Escelita, (lo he señalado otras veces...) es una "atropadora" de recuerdos y de coplas. El otro día me trajo esta copla.
 Yo, simplemente la he recogido, y espero que mejorado algo en sus versos, sus rimas y sus ritmos... pues venía un poco a "lo bravo". Pero su enjundia no la he tocado.    

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