abdicamos de súbditos...


¿Qué "representa" para nosotros un Jefe de Estado? ¿Nos "importa" mucho o poco? ¿Tiene sentido que el Estado tenga un "representante" único supremo para todo? Sobre todo cuando abundan los estados paralelos; y sobre todo cuando en el Estado conviven muchos estados... de ánimo, sobre todo. ¿Se puede resumir un Estado en "una imagen, o en un símbolo"? ¿Basta un solo símbolo para representarlo?¿Se puede "sustituir" eternamente a los concurrentes del Estado, fuera de las especiales veces necesarias de ser sustituidos? ¿Se debe seguir "haciendo teatro" para la historia interesada, y ejecutar obras dramáticas, y trágicas, a la vista de los espectadores?

En estos días se hacen presentes en nuestra imaginación y en nuestros entendimientos todas estas preguntas. Y muchas otras. Debemos ser capaces de encontrar respuestas.
En este Estado de estados (sobre todo de ánimo) que llamamos España, no somos "presidencialistas". Creemos que una sola cabeza no piensa bien. Y menos ejecuta.
Tampoco somos "semi", como pueden ser los franceses. Y visto lo visto, a ellos, con dos cabezas, no les va de perlas.
Afortunadamente (eso creemos) no estamos bajo el pensamiento de los dictadores; si bien muchos sabemos que seguimos en las manos de los pulpos, que son como las prolongación de las cabezas de los monstruos...
Hace 36 años nos dimos (nos dieron) un sistema de dos cabezas: un Jefe de Gobierno, elegido en el Parlamento; y un Jefe de Estado, que nos ha sido concedido por no sabemos qué Espíritu... No es cuestión de desechar lo bueno de estos años, conseguido sobre todo por el esfuerzo de todos. Pero sí de reconocer que algo mejor se nos usurpado en el camino. No basta con decir que la soberanía reside en el pueblo...y hacernos indefinidamente súbditos. Tampoco es cuestión de tachar las normas de corsés molestos, cuando no nos gustan. La solución es adecuar las normas; renovarlas, ampliarlas. Para dar cabida a todos.

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DATOS PARA MEDITAR:

Referéndum Constitucional 1978:
¿Aprueba el proyecto de Constitución?

Censo: 26.632.180
Votantes: 17.873.271 (67,11%)
Abstención: 8.758.909 (32,89%)
Válidos: 17.739.485 (99,25%)
Votos nulos: 133.786 (0,75%)
Sí 15.706.078 88,54%
No 1.400.505 7,89%
En blanco 632.902 3,57%

Postura Partido / Organización
A favor UCD, PSOE, AP, PCE, PDPC, UDC-DCC, PSUC, PC, ORT, PTE, ID, ACL, PL, PSA, UGT, CCOO, USO, SU, CSUT
En contra ERC, EE, HB, OCI, PORE, LCR, POUM, PSAN, BNPG, FE-JONS, FN, AFN, UC, PCE (m-l), UNE, ADE, UPG, CT, EC
Abstención PNV, PSA, PCOE, MC, OIC, OCE (BR), UCE, PUCC, PSC, PCU, ARDE, FA, PCT, MUM, ESEI, CNT

Estos datos son de 1978. Pero, bien vistos, se parecen mucho a los actuales, según las encuestas, los anuncios de los partidos y las aspiraciones de la gente. 
Si bien después de 36 años, más del 60% de los españoles actuales no votaron en aquella consulta, que, entre otras cosas, sancionaron la monarquía....

Los citados, son datos que nos pueden ayudar a meditar. Pero no conviene dejarse llevar por los datos. Ni por los argumentos que algunos hacen con ellos. 
Cuando nacemos, cuando crecemos en ciudadanía (en derechos y obligaciones) nadie nos plantea fechas de caducidad de las normas, si bien tampoco estas deben ser consideradas inviolables y eternas. Pero tampoco nadie puede reclamar que al llegar a cumplir 18 años una norma no le vale. Una norma no es un zapato que se usaba con siete años, y no se puede utilizar a los 18. Nadie considera caduca y trasnochada una norma de convivencia en la familia; y por eso la cambia cuando se lo pide el cuerpo. En todo caso, si no está a gusto con la norma, o la familia, coge la puerta y se marcha. Nadie tacha (no debería) de obsoleto el criterio del abuelo, del padre maduro, o del hermano sosegado. En una familia sana se respeta la experiencia, la autoridad y la prudencia. 
Otra cosa es que seamos una familia. Y que queramos serlo.

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