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Foto de E.Marcos Oteruelo/Ágora de la Poesía X |
(dedicado a Eugenio Marcos Oteruelo)
en el micrófono.
Es todo lo contrario:
La falta de los muertos
- ¡¡¡que no han muerto!!! -
nos transforma las ondas insonoras:
sus recuerdos...
Nos convierte la carencia en compañía;
nos aumenta sus ecos,
y brotan las palabras eternas
y atrevidas, en la boca pintada
de una mujer,
y en los lábios resecos de un poeta.
Una corriente,
casi eléctrica, nos recorre las venas.
Y este lugar, - páramo de inquietos melancólicos -
deja de ser desierto.
No hay soledad, amigo,
porque no hay olvido.
Y nunca habrá... ni pérdida,
ni muerte.
(agf/echando a andar marzo.2mil14)
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