"El hombre que marcha"

"YO NO SOY MARXISTA" - dijo Marx. 

Yo no soy "marchista". ¡¡¡Que se me entienda bien!!! No me gusta "marchar".
Por muchas razones, tengo el "culo pelao". He visto cómo me han dejado con el culo al aire algunos predicadores de la marcha, de la lucha, de la huelga... Y he visto cómo se han quedado sin culo otros que han tenido peor suerte que yo, a pesar de luchar.   
No me gustan las "marchas verdes". Que se lo digan a los saharáuis, ahora, 40 años después. Sin tierra, sin hogar, sin esperanzas creíbles. 
No me gustan las marchas de trabajadores (bancarios, por ejemplo) hasta la Casa de Campo de Madrid... Vendidos, a punta de bolígrafo, en una firma de convenio ruin. 
No me gustan las "marchas negras", de mineros, - ¡¡¡tantas ha habido!!! -, tan crédulos como grandes; tan hombrones buenos como descorazonados después.
No me gustan las "marchas hipies" de casi todos los mayos. Ni en francés, ni en madrileño castizo, ni en leonés...  
No me gustan las otras marchas negras, de la África desesperada... y tan rica para los que la repartieron con escuadra y cartabón.  
No me gustan las "marchas de la dignidad", aunque me gusten. Aunque se necesiten... 
¿Y entonces, qué?  ¡¡¡Algo hemos de hacer!!!  
Pues, sí... Que se marchen ellos. 
Que se marchen los provocadores de todas las marchas de todos los agobiados, de todos los indignados. Que se marchen.
Que se marchen los negociadores de las mentiras y de las diplomacias, todos serviles de algún poder. Que se marchen.
Que se marchen los prestidigitadores de los engaños, los que juegan con nosotros a esconder la bola blanca de la verdad... Que se marchen.
Que se marchen los que nos venden igualdad, justicia, libertad, prosperidad... cada cuatro años. Y así indefinidamente. Que se marchen.
Que se  marchen ellos, coño. Yo no quiero marchar. 
Yo lo tengo en mi mano, y en mi voto. Y en mi no voto, si hace falta. ¡¡¡Que se marchen YA!!!