tengo tres minutos de locura
entre los dedos;
tengo una sensatez
apenas dominada;
la fe y el amor, juntos, se han alejado...
mas, ¡queda la esperanza!
agitación
la falta del amor me trae desasosiego;
y el desespero
me va comiendo el alma;
no tengo ningún dios
para adorarle...
sólo una diosa es capaz de levantarme;
aquí estoy de nuevo, sereno y aquietado,
firme, con mis rodillas desdobladas
de frente a la esperanza...
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