"El poeta se indigna ante toda injusticia"...
(Alfredo Pérez Alencart, poeta y ensayista hispano-peruano)
HE CONOCIDO AL BUITRE
buitre,
y tengo miedo.
Estaba acostumbrado,
- yo, cordero infeliz, -
a correr por las praderas verdes, al lado del arroyo;
a triscar margaritas,
como el burrín Platero de Juan Ramón Jiménez;
y a perseguir a las revoltosas mariposas.
Y, si acaso, a adivinar a lobo,
bajo las pieles blancas de otros hermanos
infelices,
en el monte.
No en vano sé, - sabemos - que el hombre
es un lobo para el hombre.
Me engañó el gran buitre, cóndor,
con una dulce melodía de quena entre las nubes,
y su volar sereno, y majestuoso.
Creí a pies juntillas que él era el ave voladora
más grande,
y más humana, persiguiendo casi
al sol
y a las estrellas… Era sólo aparente.
Porque las nubes, aunque oscuras, son transparentes.
Bajan del cielo,
y se desparraman en los valles,
llenándolos de sombras. De sombras
que son como la VERDAD,
porque la VERDAD, con mayúsculas, es siempre negra si no sienta bien .
- si no cae bien -
a las verdades particulares y pequeñas.
La sombra del egoísmo
es raquítica, pero cruel.
Como la crueldad de los pájaros carroñeros,
a los que la calva de la hambruna,
- la hambruna, o el ansia -
que los despluma,
les deja ver el plumero.
El plumero y el culo,
porque la infamia
convierte las noticias en libelos.
Denigra el cóndor,
volando a ras de suelo. Y se convierte en buitre.
Y lo malo de todo,
es que los buitres vuelan en bandadas
y se posan en los prados
en bandas de bandoleros.
Y mientras tanto, los corderos,
infelices,
sueñan, - soñamos -, en dóciles
y tranquilos rediles…
He conocido al buitre,
y tengo miedo.
(agf/29.01.2mil12)
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