Encabruñar (o cabruñar) es adelgazar el corte de la guadaña con un martillo, golpeándola sobre el yunque.
"Cabruñar" tiene su origen en el verbo latino "clavuneare", probablemente debido a la semejanza de el yunque de los "fierros de cabruñar" con un gran clavo ("clavum" en latín). Así, procedería de “clavuñar”, derivado de clavar; con un paso intermedio: “cravuñar”; para desembocar en “cabruñar”, o en “encabruñar”.
Sonoramente, a mi se me antoja parecido a bruñir; que es pulir, pulimentar, dar lustre. Recuperar lo romo, lo achatado, lo desgastado por el uso. O por el desuso, diría yo. Darle la capacidad de ser afilado nuevamente...
Esta acepción (casi fantaseada) me parece hoy una parábola. Todavía vuelven los hijos de esta tierra a los hogares paternos, a afilar las hojas de la nostalgia. A clavar en su memoria - o con su memoria, mejor dicho - esa raíz que les nutre desde la tierruca. Y a segar cada verano la era y el huerto de sus antepasados...
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