basta ya de inmovilismo

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Como decía Tomás Moro en Utopía, los hombres tenemos demasiadas leyes… para no ser cumplidas. Y las leyes son demasiado viejas, y demasiado rígidas. Si funcionan una vez, - bien o mal, según se mire -, se perpetúan… La inmovilidad, - o el inmovilismo - es un defecto humano, desde siempre, que nadie corrige. Miren tres ejemplos: las leyes de la Biblia, la Constitución española de 1978, y la Ley Electoral de 1985.
Los periódicos de estos días me traen a hablar de esta última ley, vieja, inmóvil, rígida. Se hizo hace 26 años. Funcionó, bien o mal, según se mire. Y sigue. Muchos, a destiempo, predican que hay que reformarla; pero se aprovechan de ella, - a su tiempo -, para sacar tajada. Y sigue, y sigue…
En estos días se están presentando las listas de candidatos de los distintos partidos. He dicho distintos, y me corrijo: quería decir varios partidos. Y me vuelvo a corregir: al decir varios quiero decir algunos, los mismos. Otra vez pecamos de inmovilismo.
Pues, a lo que iba: las listas de candidatos son de los mismos, quiero decir de algunos, quiero decir de varios… quisiera decir, ay, de distintos… Pero no puedo. Y así, los nombres se repiten, por segunda, por cuarta… y hasta por sexta vez (digo: legislatura). 
Fíjense: 6 por 4 son 24. Los años de la ley, (más dos), vieja, inmóvil y rígida.

Quisiera que un día de estos apareciera una nueva candidatura. Blanca y nueva. Nunca mejor dicho. Porque venga de "cándida", de blanco, pura... De un partido que proponga, en serio,  que se reforme la ley electoral (en serio)... Y entre otras cosas que los candidatos sólo puedan presentarse a dos legislaturas. Con la ley en la mano, y sin pamplinas.
¡Basta ya de inmovilismo!
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