versos blancos al Cristo de Báscones
(*)
El Cristo de Báscones
yace;
hace el amor,
aunque parezca inerte.
Yace, blanco,
el Dios-Hombre,
al que los hombres
continuamente fornicamos.
Luce el blanco
sereno de la cara,
que está besando la prístina brisa
de esta tierra helada.
Un céfiro blanco
desenreda sus pelos
nacarados,
como una nieve escasa.
Y un remolino blanco
cose su pelo al suelo,
virgen y cande.
El Cristo de Báscones
yace;
hace el amor,
aunque parezca inerte.
Yo me atrevo a ponerlo
de pie,
- yo, de rodillas, suplicante -;
y el Cristo de Báscones sonríe;
deja de yacer, dormido.
Y un remolino blanco
cuelga su pelo del cielo,
virgen y cande.
El Cristo de Báscones
yace;
hace el amor,
aunque parezca inerte.
Es como esta tierra, que espera;
yaciente,
paciente,
y blanca.
(Victor Báscones es escultor, Gradefes, León)
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