LA "RESISTENCIA" NECESARIA

José María Fidalgo es leonés. José María Fidalgo Velilla, es especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatológica; pero más conocido como sindicalista, Secretario General de CC. OO. entre 2000 y 2008.

Francisco Sosa Wagner, aunque nacido en Alhucemas, (cuando Marruecos era español), y crecido en Valencia, ha "pacido" las dos o tres últimas decenas de años en León. Desde la década de los ochenta, es Catedrático de Derecho Aministrativo en la Universidad de León, donde, anecdóticamente, formó parte del tribunal que enjuició la tesina realizada por José Luis Rodríguez Zapatero sobre la autonomía de Castilla y León, que fue calificada con sobresaliente.

El reciente día 26 de marzo, el primero presentó al segundo con motivo de su conferencia "España en el edificio europeo", realizada en el Club Siglo XXI, en Madrid. He aquí su intervención:
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En el discurso de Fidalgo me ha llamado la atención una tilde cargada de admiración hacia "Sosa Wagner, Savater, Rosa Díez... y pocos más, que se han revelado, - o desvelado -, en una especie de "comité central de la resistencia"... resistencia constructiva y pacífica... pero destructiva de tantas infamias y mentiras interesadas, y combativa por mandato ético..."

Hace poco más de un año, gentes de un parecido comité de resistencia, constructiva y pacífica, se reunían en los bajos de un hostal leonés, como si fueran unas catacumbas, con ganas de luchar... por un nuevo modelo de Estado y por la regeneración democrática... ¡Qué ilusos!, ¿no?

Porque, según decía uno de ellos, la situación actual que nos ofrecen nuestros políticos (sobre todo las dos fuerzas dominantes), es esta:
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"¿Cómo cazar, sin armas, a unos jabalíes salvajes?.-

Dos cazadores avezados empiezan por echar unos sacos de maiz en un claro del bosque. De noche. Se sientan a esperar, escondidos. Los bichos huelen el manjar y se aproximan, desconfiados, recelosos. Pero superan los temores, a cambio del atracón, que les atrae. Las noches siguientes, igual. Hasta provocar la rutina. Al cuarto día, con luz solar, los cazadores fabrican una valla, sin más. Y derraman por el suelo dos sacos de maiz. Los cerdos salvajes vuelven, confiados, y no paran mientes en la valla. Sólo les importa el manjar. Tres días más tarde, los dos cazadores cosen una segunda valla, formando un ángulo recto, ¡sin más!, y tiran otro saco de maiz por el suelo. Los jabalíes vuelven a la noche, confiados, a comer, sin reparar en la nueva valla. Dos días más, y una valla más; y en la nueva noche otro saco más de maiz, y otro atracón confiado. Al siguiente día, la cuarta valla marca un cuadrado perfecto; aunque dejando un hueco, que podía ser una puerta. En el centro del cuadrilatero, tres sacos nuevos de maiz, por el suelo. Los cerdos buscan la puerta para entrar, comen golosos la sabrosa ración, y vuelven a salir, rutinarios, marchando al bosque. Dos días más tarde, los cazadores escondidos esperan pacientemente a la piara, en la noche. Dentro de la cuadra, los jabalíes tienen cuatro sacos de maiz. Comen hasta saciarse. Los cazadores cierran el portón con toda naturalidad, casi displicentes. Los cerdos ya no son salvajes. Ni buscan la puerta. Ya no quieren escapar al bosque, que sigue al lado. Tienen dentro maiz suficiente. Los cerdos ya están domesticados. En unos días los jabalíes salvajes se han convertido en animales caseros: dóciles, acomodados, domesticados, ¡y gordos como cerdos!..."

¡Deberíamos reflexionar!


Se ve que unos pocos más siguen pensando en lo mismo: en desvelarse en una especie de comité central de resistencia... Y en seguir siendo jabalíes.


Taza de café Taza de café Taza de café

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