Traigo aquí de nuevo un relato de abril de 2008.
De mis vivencias infantiles en La Seca, tengo en mi memoria una especie de nebulosa, mezcla de fantasía y de historias verdaderas. La fantasía me la alimentaba la imaginación de mi abuela materna. Alguna vez os he hablado de ella. Era una verdadera "cuentacuentos". Y los hechos reales los llegué a reconocer después, cuando mi mente calenturienta se enfrió con el paso de los años, y acabé descubriendo las cosas como eran.
Pero, en realidad, las cosas fueron entonces como fueron. Quiero decir que para mí sucedieron así: como las conserva mi memoria, alimentada por la imaginación y la fantasía.
Hubo en La Seca una época en que varias familias de extremeños llegaron a vivir entre nosotros. Y hoy siguen viviendo sus herederos. Vinieron primero algunos hombres, pastores recios. Luego arrastraron a sus hermanos y primos. Más tarde, a sus hermanas, padres y abuelos. Al principio eran hombres de paso, como sus rebaños. Pero llegaron a cambiar su forma de vida, y se quedaron a vivir, fijos, entre nosotros. Y nos trajeron su cultura profunda, enraizada en la tierra. En el terruño, más que en la tierra.
"Éranse dos familias de extremeños que estaban compuestas de dos hijos y una hija, junto a sus padres, la primera; y de tres hijos, huérfanos de madre, la segunda. Los patriarcas de ambas familias eran hermanos entre sí. Por lo que los hijos eran primos hermanos.
La historia "real" que conserva mi fantasía fue esta: Hubo una vez en la aldea un desafío... Quizás fuera muy parecido a este, que dibuja admirablemente José María Gabriel y Galán:
EL DESAFÍO
José María Gabriel y Galán, poeta del vulgo; pero no vulgar.
(Los “decires extremeños” que aún hoy suenan en La Seca)
«¡Me caso en
Reus! (1)
Los majos
que asín de mí se moflean
jechin el paso p'alanti
como el que jabla lo jecha.
Si alguno
tiene asaúras
y halbeliá más que lengua,
jala p'alanti ahora mesmo,
que al que
de mí se grojea
sé yo jaceli
una raya
pa embajo de alguna teta.
Sos tengo bien advertío, por ajuyir de
quimeras,
que cuando yo jechi rondas a la vera de esta
reja
calli la boca quien pasi pa que le salga la
cuenta
y jaga que no m'ha visto,
y andi agúo
y no se güelva,
que esta calli es pa mí solo
dendi que Dios anochezca.(2)
Si en esi
corru hay alguno
que quie que le dé en la jeta
y jaga un bochi y lo entierri
al mesmo pie
de esta reja
pa cantali luego encima
lo que él
cantali quisiera
a una mujer que le ajuyi
y a ca
minuto lo avienta.
Si quie dil de golpe al bochi,
eji el corru
y acá venga,
y si el
humol no le ayúa
y el miëo le jormiguea,
ayuali los
del corru,
que pa tos acaso tenga.
¡Jala p'alanti los cinco,
que aunque sin naide me vea,
enjamás he rejilao
ampié la
ventana esta!»
Nota 1.- Se usaba a menudo en lugar de “¡Me cago en Reus!”, y también “¡Me cago en Ros!”. Y por supuesto, sustituyendo a una blasfemia más fuerte. En la catequesis el cura "Don Inacio" nos decía que, en caso de mucho apuro, la cambiáramos por “¡Me cago en la India!”
Nota 2.-"que esta calle es pa´mí solo
dendi que Dios anochezca. "(es curioso cómo el Genesis nos cuenta ( Gen. 1, 13 y 19), "y hubo una tarde y una mañana, día tercero"; y "atardece y amanece, día cuarto",, señalando más importancia a la noche... y por ello a la ronda a su morena en el poema.
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